El año pasado, 702.589 personas obtuvieron la nacionalidad estadounidense, número que supone un aumento del 51% con respecto a 2003. Este año la subida es aún más pronunciada, como muestran los datos mensuales de solicitudes, que casi se han duplicado en cinco meses: de 65.782 en diciembre de 2006 a 115.175 en mayo último.
Naturalizarse estadounidense es relativamente fácil para quien tenga permiso de trabajo, pues se puede conseguir tras cinco años de residencia legal en el país. Lógicamente, están excluidos los inmigrantes ilegales -unos 12 millones, según la estimación más común-; pero hay más de 8 millones con los papeles en regla que podrían solicitar la nacionalidad, y lo están haciendo en mayor proporción que antes.
Una causa es que los inmigrantes mexicanos, que son un tercio de los posibles candidatos, se están animando. Los mexicanos han sido hasta ahora menos dados a naturalizarse, en parte por la proximidad de su país, con el que por eso suelen mantener estrechos lazos. Pero desde que en 1998 México permite a los emigrantes conservar la nacionalidad mexicana aunque hayan obtenido la estadounidense, tienen menos reparos.
A esto se añade la campaña, promovida por las organizaciones de inmigrantes, para que se nacionalicen un millón de latinos este año. La iniciativa, que comenzó el año pasado en plena movilización contra la dura reforma de la ley de inmigración que se avecinaba y perdió impulso después, ha vuelto a cobrar fuerza (cfr. Aceprensa 99/06). El objetivo es obligar a los políticos a tener muy en cuenta las aspiraciones de tan gran número de nuevos votantes.
La tercera razón que explica el reciente aumento de solicitudes es prosaica: una subida de tasas. Ahora los trámites para obtener la ciudadanía cuestan 400 dólares, pero desde el próximo 30 de julio costarán 675 dólares. Muchos candidatos se están apresurando a presentar los papeles antes de que se aplique la nueva tarifa.