Juan Pablo II: «Es preciso transformar nuestros comportamientos de consumo»

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En su mensaje para la Cuaresma de 1994, Año Internacional de la familia, Juan Pablo II invita a todos los cristianos «a modificar sus comportamientos para llegar a ser fermento y para hacer crecer en el seno de la familia humana la caridad y la solidaridad, valores esenciales de la vida social y de la vida cristiana». El lema elegido por el Papa para esta Cuaresma es «La familia está al servicio de la caridad; la caridad está al servicio de la familia».

El Papa señala que «la familia es el lugar privilegiado para la educación y el ejercicio de la vida fraterna. (…) La vida en común es una invitación a compartir, que permite salir del egoísmo. Aprendiendo a compartir y a darse se descubre la alegría inmensa que proporciona la comunión de bienes». Recuerda también la necesidad de que los padres despierten en sus hijos, mediante el ejemplo y las enseñanzas, el sentido de solidaridad. «Lo que se aprende en la vida de familia permanece luego durante toda la existencia».

El mensaje quiere alentar a la generosidad y la entrega a los demás. A este respecto recuerda que «nuestra atención ha de dirigirse especialmente a los sufrimientos y carencias familiares. En efecto, muchas familias se hallan sumidas en la pobreza y no disponen del mínimo vital para nutrirse (…) Muchas mujeres se encuentran solas para hacer frente a las necesidades de los hijos (…) Se observa en la actualidad un aumento de parejas y familias que atraviesan problemas psicológicos y de relación interpersonal».

Ante tales carencias que, en todo el planeta, «desgarran la familia, célula básica de la sociedad y de la Iglesia», el Papa pide una reacción pronta de los cristianos y hombres de buena voluntad: «En este tiempo de Cuaresma invito, pues, ante todo, a compartir con las familias más pobres».

Concretamente, Juan Pablo II dice que «es necesario transformar nuestros comportamientos de consumo con objeto de tomar de lo necesario, conservando sólo lo esencial para que todos puedan vivir con dignidad. Hagamos ayunar nuestro afán de poseer, con el fin de ofrecer a nuestro prójimo aquello que necesita de modo radical».

En el Documento, el Papa se dirige también a los dirigentes de las naciones para que «se esfuercen por encontrar los medios para detener la espiral de la pobreza y del endeudamiento. La Iglesia espera que, en las políticas económicas, los dirigentes y los responsables de las empresas tomen conciencia de los cambios que se han de hacer y de sus obligaciones, para que las familias no dependan únicamente de las ayudas que se les concedan, sino que con el trabajo de sus miembros puedan ganarse los medios para su sustento».

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