«Gays»: cifras míticas

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Contrapunto

Buscarse unos antepasados ilustres es un expediente socorrido para adquirir respetabilidad. Los masones han utilizado tradicionalmente este recurso como arma propagandística. En su elenco de masones ejemplares aducen siempre gobernantes ilustrados, inventores benéficos, artistas geniales y luchadores por la libertad. Las ovejas negras son olvidadas. Rara vez son datos verificables. Pero aunque los personajes citados no hayan sido masones, están muertos hace demasiado tiempo como para que ninguno pueda quejarse.

Este viejo recurso está siendo imitado ahora por los homosexuales. Con motivo de la polémica sobre su admisión en el ejército norteamericano, nos aseguran que la historia está repleta de renombrados caudillos militares homosexuales. Alejandro Magno es el más invocado, pues la aceptación de la homosexualidad en la cultura griega permite convertirlo en figura ejemplar. Pero, puestos a demostrar que la homosexualidad no está reñida con las virtudes castrenses, no sería extraño que dentro de poco descubrieran que Atila, Gengis-Khan o el Gran Capitán eran, en el fondo, homosexuales.

Si sobre la cualidad de los antepasados todo son suposiciones, no menos incierto es el número de las huestes actuales. Pues otro modo de darse importancia es magnificar el número de homosexuales. Cuantos más aseguran ser, más «normal» es su orientación y más anormal cualquier eventual discriminación. En Estados Unidos los activistas del movimiento gay vienen repitiendo que el 10% de la población es homosexual. Sin embargo, este tópico está siendo cuestionado, según informa Newsweek. El semanario norteamericano reconoce que «los políticos y la prensa (incluido Newsweek) han aceptado ese cálculo -a pesar de las protestas de los conservadores escépticos-, citándolo una y otra vez. Pero nuevos datos indican que lo que ha perpetuado el mito del 1 de cada 10 es la ideología, no la ciencia».

El origen de esa mítica cifra está en el célebre informe Kinsey que, para estudiar los hábitos sexuales de los norteamericanos, interrogó a 12.000 hombres voluntarios entre 1938 y 1947. Hoy los expertos advierten que tal muestra -basada sobre todo en individuos tomados de escuelas, prisiones y hospitales- no es representativa y que, por lo tanto, sus resultados no pueden extrapolarse a la población general. El famoso 10% sólo indicaría que una parte significativa de la muestra encuestada por Kinsey era homosexual, pero nada más. Hoy, incluso algunos gays reconocen que explotaron la cifra de Kinsey por su valor táctico, no por su exactitud: «Utilizamos esa cifra cuando la mayoría de los gays escondían su condición, para dar así impresión de número», dice el activista Tom Stoddard.

En realidad, nadie sabe con seguridad cuántos son. Lo único seguro es que son bastantes menos de lo que decía el informe Kinsey. De hecho, en el casi medio siglo transcurrido desde entonces, ningún otro informe ha confirmado la cifra del 10%. Por el contrario, la mayoría de los estudios realizados al respecto rebajan de modo significativo el porcentaje.

Entre 1989 y 1992, el National Opinion Research Center de la Universidad de Chicago incluyó dos preguntas sobre hábitos sexuales en su encuesta anual realizada con una muestra de 3.000 personas. Los que reconocieron mantener una conducta homosexual fueron el 2,8% de los hombres y el 2,5% de las mujeres.

Es cierto que en esta cuestión lo decisivo no es simplemente el número. Pero tal baile de cifras indica que la propaganda gay en este debate probablemente no merece ni un 10% de credibilidad.

Juan Domínguez

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