Sobredosis de desesperanza en EE.UU.

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Muerte por sobredosis de analgésicos opiáceos. El resultado de la autopsia de Prince coloca al cantante entre las víctimas de lo que las autoridades sanitarias de EE.UU. califican ya de “epidemia”. Tanto las muertes por drogadicción como los suicidios están aumentando año tras año. Y, aunque influyan también otros factores, el hecho de que en 2015 la tasa de mortalidad de la población aumentara por primera vez en una década ha hecho saltar las alarmas.

En 2014, 47.000 personas murieron a consecuencia de la drogadicción, según datos de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC). De estas muertes, seis de cada diez (unas 28.600) se debieron a sobredosis de heroína y opiáceos, incluidos los fármacos opiáceos legales, que se venden con receta médica para combatir el dolor. Esto supone un alarmante aumento del 14% de muertes por esta causa en un solo año. Si se tiene en cuenta todas las muertes por sobredosis de algún tipo de droga, la tasa subió de 14,4 por 100.000 habitantes en 2014 a 15,5 en 2015.

Adictos a los calmantes

Da la impresión de que por huir del dolor, físico o psicológico, los estadounidenses se han metido en otros padecimientos peores. Según datos del CDC, en 2014, 2 millones de americanos abusaron o eran dependientes de los opiáceos legales. Uno de cada cuatro a los que se recetan fármacos opiáceos por dolor no relacionado con el cáncer acaba siendo adicto a estos fármacos.

La tasa de mortalidad en EE.UU. creció el año pasado por primera en una década

La alarma suscitada por la epidemia de heroína y de opiáceos ha pillado a contrapié a quienes están promoviendo la legalización de la marihuana en Nueva Inglaterra, después de haberlo conseguido ya en otros cinco estados. Pero en los seis estados que componen Nueva Inglaterra, la crisis de heroína y opiáceos causó el año pasado 2.000 muertes. Y esto está haciendo pensar a los legisladores.

En Vermont, donde se ha presentado una propuesta de ley para permitir la producción doméstica de marihuana y la posesión de pequeñas cantidades para uso personal, el proyecto está encontrando más resistencia de la esperada. “Las sombras de la epidemia de heroína están haciendo pensar a la gente en lo que respecta a la legalización [del cannabis], y hace que se pregunten: ¿Estamos enviando el mensaje adecuado?”, dice Shap Smith, presidente de la Cámara de Vermont.

Los promotores de la legalización del cannabis aseguran que la marihuana y la heroína no tienen nada que ver. Pero cuando se ve el abuso de los fármacos opiáceos es más difícil confiar en los “efectos terapéuticos” de la marihuana; y tampoco parece coherente intentar apartar a los jóvenes de las drogas y al mismo tiempo legalizar el cannabis como si fuera inocuo.

Suicidios en alza

Junto a las muertes por sobredosis, los suicidios son otro capítulo que revela el aumento de tendencias autodestructivas en la sociedad americana actual. Y también en esto la evolución es inquietante.

La tasa de suicidio fue bajando de modo continuado desde 1986 hasta 1999. Pero a partir de entonces ha crecido un 24%, hasta situarse en 13,5 por 100.000 habitantes, lo cual supone volver a niveles de los años 80. En 2014 se produjeron 42.773 suicidios. La tasa ha crecido en todos los grupos de edad y en ambos sexos, excepto entre los mayores de 75.

Las muertes por sobredosis, suicidio y alcoholismo están haciendo estragos entre la clase trabajadora blanca

“Es realmente asombroso ver un aumento tan en la tasa de suicidio en prácticamente todos los grupos de edad”, declara al New York Times Katherine Hempstead, asesora de asuntos sanitarios para la Robert Wood Johnson Foundation.

Los expertos en salud pública no tienen una única teoría sobre las causas del aumento de suicidios. Unos, como Robert D. Putnam, sociólogo que ha estudiado las nuevas divisiones de clase en EE.UU., destacan la relación entre pobreza, desesperanza y problemas de salud. El paro y la falta de perspectivas de mejora económica favorecerían las tendencias suicidas.

Pero otros expertos indican que el paro ha ido descendiendo en los últimos años, mientras que el suicidio ha ido en aumento. Así que prefieren relacionar el fenómeno con los cambios sociales propios de la época. El declive de la tasa de nupcialidad y el aumento del divorcio han contribuido a favorecer el aislamiento social, lo que deja a la gente más indefensa. La tasa de divorcio se ha duplicado para los adultos de mediana edad, de 35 a 64 años, que es el grupo donde más ha crecido el suicidio.

Aunque las teorías son variadas, coinciden en que el suicidio y el aumento de la mortalidad en general son especialmente preocupantes entre los trabajadores blancos no hispanos menos educados.

El desánimo de la clase trabajadora blanca

Un estudio de los economistas Angus Deaton y Ann Case ha investigado por qué la mortalidad entre estos trabajadores blancos se ha disparado mientras se reducía entre los negros y los hispanos. También aquí pueden mencionarse factores económicos. La pérdida de importancia de los trabajos en las manufacturas, el descenso de sus ingresos reales y el ocaso del mundo tradicional de estos trabajadores, les han hecho perder confianza en el sueño americano.

Pero si vamos a explicaciones más directas, el aumento de la mortalidad aparece relacionado principalmente con tres causas: el suicidio; la intoxicación por drogas o alcohol; y las enfermedades hepáticas crónicas como la cirrosis.

Los últimos datos publicados por los CDC sobre cambios en la esperanza de vida y causas de muerte confirman las malas noticias sobre la clase trabajadora blanca. Entre 2000 y 2014, la esperanza de vida de la población general creció 2 años, pero a distinto ritmo según los grupos sociales. La de los negros subió 3,6 años, la de los hispanos 2,6 y la de los blancos no hispanos solo 1,4.

La alarma suscitada por la epidemia de heroína y de opiáceos ha pillado a contrapié a quienes están promoviendo la legalización de la marihuana

El análisis del CDC destaca que en el caso de los blancos no hispanos el aumento de las muertes debidas a intoxicaciones no intencionadas (sobre todo sobredosis de drogas y alcoholismo), suicidios y enfermedades hepáticas crónicas fueron lo bastante grandes como para producir un aumento de la tasa de mortalidad general entre los blancos no hispanos de 25 a 54 años. El dato más reciente indica que, por primera vez en 20 años, la esperanza de vida de la población blanca no hispana se redujo en 0,1 años.

El impacto de estas tendencias negativas ha tenido una repercusión que los demógrafos consideran significativa: la tasa de mortalidad en EE.UU. creció el año pasado por primera vez en una década. La tasa había ido bajando como consecuencia de los avances sanitarios y cambios en los estilos de vida. Sin embargo, ahora ha pasado de 8,23 por mil en 2014 a 8,41 en 2015.

Estilos de vida autodestructivos

Estas tendencias configuran un cuadro paradójico en la salud de la población, al menos en ciertos grupos: las ganancias por los avances sanitarios en la lucha contra las enfermedades más mortíferas (cardiovasculares, cáncer, neumonía…) están siendo contrarrestados por los retrocesos debidos a estilos de vida autodestructivos.

También es llamativa la relativa falta de atención pública a estos problemas en comparación con otros: se habla mucho del suicidio “asistido”, cuando el verdadero problema de salud pública es cómo prevenir los suicidios de los que se quitan la vida sin requerir ayuda; y se habla alegremente de legalizar la marihuana, mientras otras drogas también muy difundidas como la heroína y los opiáceos dejan un reguero de adictos y de víctimas por sobredosis.

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