La ruptura formal de relaciones sobre el conflicto sirio entre Moscú y Washington desvanece las esperanzas de una mayor cooperación ruso-norteamericana, considerada indispensable en la lucha contra el yihadismo, y particularmente contra el Dáesh. Sin posibilidad de un acuerdo efectivo en la crisis de Ucrania, que evoluciona hacia otro de los conflictos “congelados” en el este de Europa, hay quien creía que Siria podría constituir un terreno más adecuado para una mejora de las relaciones entre Rusia y Occidente. Pero
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