Epidemia de pleitos en Estados Unidos

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La práctica judicial en Estados Unidos favorece demandas por daños abusivas, dice el comentarista George F. Will (Washington Post, 2 junio 2002).

«En 1924, Will Rogers dijo que los americanos creían que se estaban volviendo más listos porque ‘dejan que los abogados sean su guía, en vez de la conciencia’. Rogers era de Oologah (Oklahoma), donde en 1995 un niño sufrió heridas leves cuando jugaba, sin que nadie le vigilara, en el tobogán del parque público. Los padres demandaron al ayuntamiento, que finalmente retiró el tobogán.

«Los productos vienen acompañados de advertencias estúpidas (en un cochecito de niño: ‘Retire al niño antes de plegar el cochecito’) por la misma razón por la que balancines y columpios son especies en peligro de extinción en el equipamiento de parques infantiles: miedo a responsabilidades legales».

Will menciona otros casos absurdos, como este: «Una compañía que alquila canoas en el río Delaware es declarada responsable en virtud de la teoría de que debería haber puesto socorristas a lo largo de kilómetros de orilla».

Por eso, en Estados Unidos, ejercer ciertas profesiones resulta legalmente peligroso. Will cita el caso de los médicos. «Hoy en día, cuando un paciente se queja de dolor de cabeza, el médico, aun sabiendo que una aspirina es casi seguro el tratamiento adecuado, puede no obstante mandar una costosa TAC. Toda precaución es poca en un país donde seis ciudadanos de Mississippi han obtenido una indemnización de 150 millones de dólares no por estar enfermos, sino porque temen que algún día puedan caer enfermos de aluminosis. En Forbes, Michael Freedman informa de que el 42% de los ginecólogos de Las Vegas han emigrado después de que fueran demandados el 76% de los ginecólogos de la ciudad, el 40% de ellos tres o más veces».

El miedo al pleito puede paralizar también a las confesiones religiosas, añade Will: «Después de que una iglesia fuera demandada -sin éxito- porque un feligrés se suicidó, muchas iglesias empezaron a decir a sus ministros que se abstuvieran de dar orientación espiritual». Otro caso: «Los laboratorios farmacéuticos están reduciendo la investigación en ‘medicamentos huérfanos’, contra enfermedades graves pero raras, porque la cobertura de responsabilidades por daños no guarda proporción con los posibles beneficios».

Will cita un libro de Philip Howard, The Collapse of the Common Good, cuyo subtítulo dice «Cómo la cultura americana del pleito mina nuestra libertad». Según el autor, «hoy los americanos ‘andan de puntillas por la vida’, temerosos de que algún individuo furioso, provisto de un abogado, saque dinero a la sociedad a la vez que le impone reglas irracionales».

Concluye Will: «Cuando cualquier hecho desgraciado puede dar lugar a un pleito, el resultado es la ley à la carte, que cambia de un jurado a otro. El costo de esto -en dinero, salud, vidas, autogobierno y libertad individual- es asombroso».

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