Los cambios en la empresa de hoy, según Drucker

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Asus 90 años, Peter Drucker se siente aún con la agilidad mental suficiente para publicar un nuevo libro, Managing in a Time of Change. Con este motivo ha hecho unas declaraciones a Laure Beol, de Le Monde (8 enero 2000).

Drucker advierte algunas tendencias negativas en el funcionamiento de las empresas. En Estados Unidos, en los últimos quince años, «la valoración por parte del accionariado se ha convertido en el principal criterio de juicio». Atender a los resultados financieros es algo sano. Pero existen dos tipos de inversores: los individuos que invierten para obtener ganancias a corto plazo y los fondos de inversión que persiguen objetivos financieros a más largo plazo. Últimamente se ha puesto el acento solo sobre los resultados financieros a corto plazo. Drucker piensa que la comunidad financiera debe aprender a buscar un equilibrio entre el corto y el largo plazo.

El énfasis puesto solo en los resultados financieros ha cambiado las relaciones de los trabajadores con la empresa. Según su experiencia en los seminarios para cuadros directivos que están algo por debajo de la cúpula empresarial, «aunque ganan mucho dinero, se sienten profundamente frustrados (…) Piensan que los financieros tienen poco respeto por los que trabajan en la empresa».

También ha hecho que se resienta la lealtad de los asalariados. «Los asalariados han comprendido que debían preocuparse solo de sí mismos. Ya no esperan permanecer diez años en la misma empresa». En consecuencia, no es fácil «hacer compartir los valores y los intereses a asalariados que están mucho más centrados en sí mismos».

Otra de sus críticas se dirige a las desmesuradas diferencias retributivas. «Hace treinta años, el salario más elevado de una empresa era veinte veces el salario medio. Actualmente, es casi doscientas veces mayor». Drucker considera qu esto es «extremadamente pernicioso» y que «destruye por completo el espíritu de equipo».

No le gusta que las empresas paguen con stock options y pagas extraordinarias de fin de año. «Esto funcionará mientras permanezca la euforia bursátil… Pero si hay alguna certeza en economía, es que ningún sistema es inmortal. El boom del mercado financiero estará pronto superado».

Le preocupa asimismo el «culto a la personalidad» en el mundo de la empresa, con hombres de negocios que ocupan las portadas de las revistas. «Esta situación me recuerda a la de los años 20, en la que conocimos un culto a la personalidad similar. Luego vino la crisis y todo se hundió. Creo sinceramente que vamos a tener una gran resaca».

Respecto a la actual ola de fusiones, recuerda que entre 1885 y 1913 hubo otra más importante que la de hoy, de la que surgieron empresas que dominaron el mercado norteamericano hasta los años 70 (General Electric, Standard Oil, General Motors…). Entonces «las fusiones eran ofensivas, y servían para conquistar cuotas de mercado. Hoy, en cambio, dos terceras partes de las fusiones son defensivas y conciernen a sectores industriales en declive. De cada diez fusiones, cuatro tienen éxito, cuatro son un desastre y otras dos tienen resultados mitigados».

A su juicio, el porvenir está más bien en las alianzas entre empresas. Por ejemplo, el acuerdo concluido entre Intel y Sanyo: «Intel diseñará nuevos microprocesadores que Sanyo producirá durante dos años para las dos empresas. Luego Intel y Sanyo comercializarán esos productos en concurrencia».

Drucker señala algunas consecuencias que tendrá la evolución demográfica del mundo occidental. En los próximos quince años habrá una disminución importante del número de trabajadores educados menores de 35 años, con lo que habrá una dura competencia para contratarlos. «Las empresas deberán atraer, conservar y motivar a asalariados que yo llamo knowledge workers: personas competentes y expertas en un campo. Reemplazar a uno de estos trabajadores cuesta a la empresa de 20 a 70 veces su salario. En los últimos quince años, el management se ha responsabilizado principalmente de la producción y de la productividad. A partir de ahora debe responsabilizarse de los hombres que crean valor».

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