Cuando se habla del problema de las pensiones en países con una población envejecida, normalmente se piensa en países ricos, con alta esperanza de vida e insuficiente natalidad. Pero la situación puede ser más crítica en países que están envejeciendo antes de ser ricos, que tienen cada vez más jubilados, y cuyo gasto en pensiones se come ya una parte del presupuesto nacional superior a la dedicada a educación y sanidad. El caso típico es Brasil, donde la inevitable reforma
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