“Fondos soberanos”: el Estado vuelve como inversor

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Los años noventa fueron la década de las privatizaciones, de la retirada del Estado empresario, acusado de ineficaz. Ahora, en cambio, el Estado vuelve como inversor a través de los “fondos soberanos” de los países emergentes, que participan en la propiedad de grupos capitalistas emblemáticos de Occidente. Y son bien recibidos, sobre todo en momentos de crisis.

La oleada de privatizaciones de finales del siglo pasado estuvo motivada por la experiencia de que el Estado solía ser un mal gestor de empresas, y, en el caso de los países del ex bloque soviético, por la necesidad de salir del sistema económico comunista. La empresa pública era muchas veces sinónimo de pérdidas e ineficacia. El servicio público se identificaba con el monopolio estatal. Frente a esto, las privatizaciones servirían para restaurar la competencia, obligar a unos criterios de eficacia e imponer la separación entre la empresa y el Estado.

La cura de adelgazamiento del sector público fue dura, pero al final dejó una economía más saneada, aunque en los países ex comunistas diera lugar al lucro abusivo de algunos que aprovecharon su situación para cambiar el carné del partido por la visa de oro capitalista.

Las privatizaciones fueron también un modo de atraer la inversión extranjera, en países donde el capital nacional era insuficiente para desarrollar la economía.

En los últimos tiempos asistimos a un movimiento que vuelve a colocar parcelas significativas de la economía occidental bajo propiedad estatal… extranjera. El Estado vuelve, ya no como gestor, sino como inversor. Los protagonistas del cambio son los llamados “fondos soberanos”, es decir, fondos de inversión cuyas rentas son propiedad de algún Estado. Son fondos constituidos por Estados que invierten así los crecientes ingresos producidos por sus recursos de petróleo y gas (países del Golfo, Noruega, Rusia…) o por sus excedentes comerciales (China, Singapur…).

Antes invertían en productos seguros, como los bonos del Tesoro de EE.UU. Ahora sus gestores son más dinámicos y arriesgados, e invierten en los grandes grupos internacionales. Con esta diversificación de inversiones, quieren asegurar mejor los intereses de las generaciones futuras del país y protegerse contra la inestabilidad de los precios de las materias primas.

Aunque el conjunto de las inversiones de los fondos soberanos solo suponen por ahora el 2% de los títulos del mercado de valores mundial, están considerados como nuevos superpoderes financieros.

En estos días los fondos soberanos han sido noticia porque han acudido al rescate de grandes bancos occidentales debilitados por las inmensas pérdidas causadas por las hipotecas subprime, crisis que demuestra que la mala gestión no es un monopolio estatal. Gigantes bancarios americanos como Morgan Stanley, Citigroup o Merril Lynch han tenido que salir a buscar a los fondos soberanos de países emergentes para reflotarse con recapitalizaciones millonarias (14.500 millones de dólares en el caso de Citigroup, 6.600 para Merrill Lynch, 5.000 para Morgan Stanley). Según cifras aireadas por The Economist (19-01-2008), el 16% de Citigroup, el 25% de Merrill y el 10% de Morgan Stanley habrían pasado al control de los fondos soberanos.

Wall Street no ha visto con malos ojos estas operaciones, aunque procedan de inversores comunistas como el fondo chino CIC. Sobre todo porque, fuera de estos potentes inversores, no es fácil encontrar quien quiera meter capital ahora en estos colosos tambaleantes. Pero los fondos saben que los grandes bancos nunca quiebran.

Si en la época de las privatizaciones eran los capitalistas occidentales los que iban de compras a los países ex comunistas o del Tercer Mundo, ahora son los fondos soberanos de los países emergentes los que tienen dinero de sobra para invertir en grandes grupos occidentales.

Solo cabe esperar que sean inversores con una visión más a largo plazo, y no inversores oportunistas de toma el dinero y corre, como está tan de moda en las finanzas privadas.

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