Cristianos y budistas surcoreanos piden alimentos para el Norte

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Iglesias y grupos religiosos de Corea del Sur se han unido para pedir al gobierno y a organizaciones privadas del país más ayuda alimentaria para Corea del Norte, que ha pasado tres años de malas cosechas. A pesar de la hambruna que atraviesa el país, el régimen comunista del Norte sólo ha dado algunas señales de apertura, acompañada por otras de chantaje.

En vista de la deteriorada situación económica y social del Norte, iglesias y líderes religiosos -cristianos y budistas- de Corea del Sur han pedido al gobierno que aumente el envío de alimentos. Para avalar su demanda han reunido 1,1 millones de firmas, en un país con 45 millones de personas.

La petición, dirigida al Ministro de la Unificación, subraya que la política de Corea del Norte, aunque sea reprobable, no puede ser motivo para que sus habitantes mueran de hambre, cuestión que algunos niegan que esté sucediendo. Otros, como el cardenal Kim Sou Hwan, primado de la Iglesia católica en Corea del Sur lo afirman sin paliativos: «Incluso ahora, innumerables norcoreanos, especialmente niños, están muriendo de hambre».

Además de su demanda al gobierno, las organizaciones religiosas están buscado el respaldo de contribuyentes privados. Éstos, a su vez, piden al gobierno de Pyongyang que les permita controlar más las ayudas para que lleguen eficazmente a la gente que las necesita. Pues la opacidad de los centros de distribución de la ayuda internacional hace pensar que parte de las ayudas destinadas a la población civil van a parar al ejército.

En las últimas semanas, Corea del Norte ha dado algunos signos de estar interesada en una mayor apertura política. A comienzos de agosto aceptó participar en conversaciones preliminares cuatripartitas (las dos Coreas, China y Estados Unidos) para reforzar la paz en la península. Y el 23 de agosto anunció la renovación de relaciones diplomáticas con Japón, suspedidas desde 1992. También se han reabierto el servicio de correo y las comunicaciones telefónicas entre los dos países, después de 48 años de aislamiento.

Pero Corea del Norte también sabe recurrir al chantaje: bajo la amenaza de continuar con su programa de armamento atómico, ha conseguido que Corea del Sur le construya dos centrales nucleares. Además, Corea del Norte recibirá -hasta que funcionen las centrales, dentro de diez años- 500.000 toneladas de petróleo para abastecer a fábricas que hoy están paradas por falta de energía.

La semana pasada, como respuesta a las críticas de la comunidad internacional sobre derechos humanos, Corea del Norte anunció que se retiraba de la Carta Internacional sobre Derechos civiles y políticos. Y ha amenazado con retirarse de otras convenciones internacionales si se culpa al país de no cumplirlas.

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