Se multiplican los signos de división entre norte y sur de Nigeria

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Lagos. Los enfrentamientos entre yorubas y hausas -dos de las principales etnias nigerianas- en esta ciudad hace dos semanas, con el resultado de varias decenas de muertos, son signo de las rivalidades que amenazan desintegrar el país. Pero hay otros síntomas, más relevantes, de que se acentúa la división, cuya línea principal es la que separa el norte, musulmán, y el sur, cristiano, de Nigeria. La brecha viene ampliándose desde hace meses, por la proclamación de la sharía (código islámico) como ley oficial en varios Estados del norte (ver servicios 97/00 y 117/00).

En este contexto, la tendencia particularista toma ahora la forma de demandas de mayor poder para las regiones. En septiembre, los gobernadores de los 19 Estados del norte -donde predomina la etnia hausa- celebraron una de sus periódicas reuniones para tratar asuntos de interés común. Al término de la asamblea publicaron un comunicado de censura contra el presidente, Olusegun Obasanjo, acusándole de haberles marginado en el gobierno central.

Ya se venía observando que los gobernadores del norte buscan reforzar sus poderes a costa del gobierno central. La implantación de la sharía es uno de sus métodos para avanzar hacia esa meta. Los indicios de que Obasanjo pierde el apoyo del norte hacen temer que su gobierno se desmorone, por lo que se extiende la idea de que hace falta un nuevo reparto de poderes entre el centro y las regiones.

El sur no quiere quedarse fuera del reparto. Como en réplica a la última reunión de los gobernadores norteños, a principios de octubre hicieron lo mismo, por su parte, los gobernadores de 17 Estados del sur. Fue un hecho insólito, pues siempre ha habido malas relaciones entre los Estados meridionales, de población mayoritariamente yoruba o ibo. Resulta, pues, revelador de la creciente dicotomía norte-sur que los dirigentes sureños hayan dejado aparte sus diferencias para reunirse por primera vez; es más: se proponen seguir haciéndolo cada tres meses.

En esta asamblea se habló de la implantación de la sharía en los Estados del norte, cosa que los gobernadores del sur consideran inaceptable. Algunos han llegado a amenazar con represalias si los no musulmanes son objeto de agresiones. Pero el principal asunto fue el «verdadero federalismo», expresión con la que se resumen las demandas de más poder para los Estados.

Las tendencias centrífugas no son nuevas en Nigeria, que alberga más de 250 grupos étnicos. Al principio, el país estaba dividido en cuatro regiones. Más tarde, para debilitar el regionalismo, se crearon los Estados, en sucesivas divisiones: primero 12, luego 19, hasta los 39 actuales. Se buscaba que las jurisdicciones regionales fueran menos poderosas, a base de hacerlas más pequeñas. Pero hoy los Estados piden más para sí.

El petróleo, baza del gobierno

Tal es el caso de los Estados del delta del Níger, habitados por la etnia ogoni, que proporcionan el petróleo que constituye la principal fuente de ingresos de Nigeria. Siempre se han quejado de estar marginados en el reparto de los beneficios que reporta el petróleo. El gobierno de Obasanjo ha cedido por fin a las reivindicaciones de la región, aprobando una fórmula por la que el 13% de los ingresos del petróleo -menos de lo que se reclamaba- revertirá en los Estados productores a través de la recién creada Comisión para el Desarrollo del Delta.

La satisfacción de esta demanda ha provocado otra. En su reunión de septiembre, los gobernadores norteños pidieron al gobierno que constituyese una Comisión para el Desarrollo de la Zona de la Sabana, es decir, el norte. Los dirigentes de la zona dicen que su región no está menos marginada que el delta, y quieren revitalizar la agricultura en su territorio, que antes del petróleo era la principal actividad exportadora de Nigeria. Hoy, el país depende sobre todo del petróleo, por lo que el norte depende del sur.

En medio de todo esto, se ha producido un hecho de distinto signo. El gobernador de Kaduna, uno de los Estados del norte que implantó la sharía, ha dado marcha atrás. Al día siguiente a la reunión de los gobernadores sureños, declaró formalmente que el código islámico no será ley estatal. En su discurso, difundido a todo el Estado, afirmó sin ambages la supremacía de la Constitución de Nigeria. Pero, a la vez, reclamó la puesta en práctica del «verdadero federalismo», contra la actual «concentración excesiva de poder en el centro».

No todos los analistas interpretan este movimiento «federalista» como un paso hacia la división de Nigeria. Algunos creen que es un fenómeno positivo, que en último término contribuirá a la unidad nacional. En Nigeria, dicen, la diversidad es real, y reconocer las diferencias, en vez de pretender borrarlas, es lo primero necesario para asegurar la cohesión del país.

Eugene Agobifo Ohu

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