Los problemas que afrontará Sudán Meridional

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Aunque en el referéndum triunfe el “sí” a la independencia, Sudán Meridional aún tendrá que afrontar una serie de problemas importantes para constituirse como nación. Así lo señala Mundo Negro (enero 2011) -la bien informada revista de los misioneros combonianos- en un artículo de África González Gómez, del que sintetizamos algunos párrafos.

Con el norte queda por resolver la cuestión de la ciudadanía, es decir, qué pasará con el medio millón de sursudaneses que viven en el norte, según el censo de 2008, y con los árabes del norte que viven en el sur. El gobierno de Jartum ya ha dicho que si el sur opta por la independencia los sursudaneses que viven en el norte perderán el derecho a la ciudadanía.

También habrá que decidir qué porcentaje pagará el sur de la deuda externa internacional, que es de 37.800 millones de dólares. Y determinar la delicada cuestión de las fronteras entre el norte y el sur en tres de los Estados fronterizos.

El Acuerdo Comprensivo de Paz (CPA) de 2005 otorga a la región de Abyei -una parte del sur que está siendo administrada por el norte por ser rica en petróleo- el derecho a decidir en referéndum si permanece con el norte o se suma al nuevo país en ciernes. En Abyei una parte de su población es ngonk dinka, de los pueblos del sur, y otra es missiriya, pastores nómadas árabes.

El CPA también concede a otros dos territorios fronterizos con el norte, los Montes Nuba y la región del Nilo Azul del Sur, el derecho a decidir si sus parlamentos quieren estar asociados con el norte o con el sur.

El reparto de los beneficios del petróleo

La cuestión más espinosa es el reparto de los beneficios del petróleo, que según establece el CPA, deberían haberse distribuido al 50% entre norte y sur. El 80% de las reservas probadas de petróleo se encuentran en el sur. Hasta ahora el norte ha tenido el control total de la producción y venta del petróleo, y según documentación acreditada de las propias compañías que compran el petróleo, los beneficios para el sur solo han supuesto el 15% de los ingresos. Ahora, varias compañías extranjeras han comenzado a negociar directamente con las autoridades del sur.

Aparte de las dificultades con el norte, Sudán Meridional tendrá que afrontar sus propios problemas internos. El periodista Andrea Minalla, de la ONG holandesa Pax Christi, indica que “el tribalismo es muy fuerte. No han tenido nunca la posibilidad de vivir juntos, conocerse y sentirse sursudaneses, pues siempre su único objetivo era huir. (…) Si los sudaneses del sur votan por la independencia, obtendrán la soberanía, pero tendrán que crear un sentimiento de nación, y para eso se necesita que haya armonía”.

Otro tema principal al que el sur deberá dar prioridad es la educación. Se calcula que el 85% de la población es analbafeta y los profesionales tienen que venir de Uganda, de Kenia e incluso de Etiopía.

También habrá que invertir en la mejora de infraestructuras, para favorecer el comercio y crear empleo, y priorizar el sistema sanitario que después de tantos años de guerra civil es casi inexistente. Los hospitales y centros de salud actuales dependen casi en exclusiva de la Iglesia o de las ONG.

Apoyos internacionales

En un continente en que el problema de las fronteras ha originado numerosos conflictos, el posible nacimiento de un nuevo país provoca desasosiego. Egipto se ha pronunciado en contra de la independencia y propone la creación de una confederación. El líder libio Muammar al Gaddafi también ha advertido de los peligros que supone una escisión del país, por su posible efecto contagio.

No hay que olvidar que el presidente sudanés Omar al-Bashir está en el punto de mira de la comunidad internacional, desde que el Tribunal Penal Internacional emitiera una orden de arresto contra él en 2008, por su actuación en el conflicto de Darfur. Sin embargo, la Liga Árabe, además de China y Qatar, le siguen respaldando y abogan por la unidad.

Estados Unidos se ha empeñado de lleno en que se cumpla el CPA, y ha prometido al gobierno de Al-Bashir borrar a Sudán de su lista de Estados terroristas si juega limpio en el crucial referéndum.

Además de EE.UU., otros países como China, India, Noruega, Etiopía, Kenia, Uganda y Sudáfrica tienen ya sus embajadas “en la sombra” en Juba, la capital del sur. Kenia y Uganda se mantienen con discreción en silencio, aunque es evidente que la independencia podría beneficiar a sus empresas, por las nuevas oportunidades de negocio que se abren en un país que está por construir.

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