Francis Kéré: el artífice de un nuevo paradigma

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Francis Kéré, escuela primaria en Gando

Escuela Primaria en Gando (Burkina Faso) / Foto: Erik-Jan Ouwerkerk (cortesía de Pritzker Architecture Prize)

 

“Espero cambiar el paradigma, empujar a la gente a soñar y arriesgarse”. Estas palabras de Diébédo Francis Kéré, primer africano galardonado con el Premio Pritzker de Arquitectura, resumen bien su modo de pensar y de implicarse en la mejora de la sociedad a través de la arquitectura. Con su trabajo ha creado un modelo más eficiente para resolver los problemas endémicos de la construcción en África.

“No porque seas rico –dice Kéré– debes desperdiciar material. No porque seas pobre has de renunciar a crear calidad (…) Todos merecen calidad, todos merecen lujo y todos merecen comodidad. Estamos interrelacionados y las preocupaciones sobre el clima, la democracia y la escasez son preocupaciones de todos nosotros”.

El Premio Pritzker –convertido con el tiempo en el “Nobel de Arquitectura”– se otorga anualmente a arquitectos vivos y, hoy por hoy, supone la más alta distinción de la profesión. Fue creado en 1979 por el matrimonio de Chicago Jay y Cindy Pritzker. Por su talento, visión y compromiso social –reflejado en el conjunto de su obra–, este año le ha correspondido a Diébédo Francis Kéré, de 56 años, nacido en Gando (Burkina Faso) y afincado en Berlín (Alemania). El galardón llega pocos meses después del Nobel de Literatura de 2021, otorgado a otro africano, el escritor tanzano Abdulrazak Gurnah.

Francis Kéré
Diébédo Francis Kéré / Foto: Lars Borges (cortesía de Pritzker Architecture Prize)

El valor de las comunidades locales

La interesante biografía del arquitecto laureado ayuda a entender mejor el valor y la importancia que tienen las comunidades locales en África. Para Kéré, su pueblo es su familia, y gracias a ella fue uno de los pocos niños que a los siete años asistió a la escuela. Después, a los veinte, le animaron a aceptar una beca para estudiar Arquitectura en la Universidad Politécnica de Berlín.

El agradecimiento de Kéré se manifestó pronto. Durante la carrera repartió periódicos por la noche para poder enviar dinero a casa, mientras pensaba cómo construir una escuela primaria en su aldea natal. En Alemania aprendió que en la época preindustrial, los ladrillos que se empleaban para construir se fabricaban in situ, y se dio cuenta de que eso podría servir para la edificación del colegio. En 1998 creó una fundación para recaudar fondos internacionales y desarrollar proyectos en su tierra. Kéré aspiraba a crear puestos de trabajo para su gente. No solo quería enseñarles algunos conocimientos durante el proceso constructivo, sino que se implicaran de verdad, que hicieran suyo el proyecto y comprendieran el valor común de lograr algo juntos trabajando en beneficio del pueblo.

Es bastante frecuente, aunque cada vez menos, que quienes tienen la oportunidad de estudiar y formarse fuera del continente africano no regresen después a su país de origen. Es verdad que Kéré funda Kéré Architecture en Berlín, pero lo hace con la idea de lograr el progreso de su tierra. Incluso a medida que su arquitectura va siendo reconocida internacionalmente en exposiciones, como la del Pabellón Serpentine de Londres (2017), él mantiene su propósito. Sabe que juega con ventaja, con la habilidad de quien conoce bien la extrema escasez de su país y, sobre todo, la paciencia necesaria para lograrlo: “Tienes escasez de energía –dice Kéré–, tienes Internet que no funciona todo el tiempo. Por eso tienes que ser apasionado y creer en el proyecto”. “Procuro no frustrarme imaginando un nuevo modo de hacer arquitectura que no sea rápido”.

Kéré no admite el desaliento. Él se propone elevar el nivel de vida de su país, especialmente en el campo educativo y sanitario. Pero tanto el contexto social que le rodea como las circunstancias políticas no le ayudan. No solo ha de tener en cuenta la disponibilidad de recursos, el costo, la viabilidad de la construcción, sino también el clima.

Una escuela que se ventila sola

Burkina Faso es un país con veinte millones de habitantes y un desarrollo económico ínfimo. Actualmente vive inmerso en una gran inestabilidad política y, sobre todo, en una crisis humanitaria provocada por la continua violencia que genera el conflicto transfronterizo entre los países del Sahel africano. Su clima tropical es adverso: se alternan dos estaciones, seca y lluviosa, con unas temperaturas altas durante todo el año, que llegan a alcanzar –entre abril y mayo— los 47-48° C. En cambio, en verano las precipitaciones son abundantes y, ocasionalmente, se desatan tormentas de arena, trombas terrestres o tornados.

Francis Kéré, escuela primaria en Gando
Escuela Primaria en Gando / Foto: Erik-Jan Ouwerkerk (cortesía de Pritzker Architecture Prize)

Pese a todo, el arquitecto burkinés logra diseñar y construir el primer edificio promovido por su Fundación: la Escuela Primaria de Gando (2001). Un sueño y un reto que Kéré afronta con el recuerdo de cuando él estudiaba en un aula sin ventilación ni luz, y con un calor sofocante. En su proyecto aborda los problemas más elementales: las altas temperaturas, la humedad del suelo, y en especial la iluminación y ventilación, normalmente deficientes.

Kéré ha logrado una arquitectura de calidad en regiones de extrema escasez, sin acudir a soluciones importadas desde fuera

El diseño de la escuela no puede ser más modesto y sencillo. Las aulas son cuerpos independientes, con muros y techos construidos con un ladrillo híbrido: un ladrillo compuesto de arcilla y cemento que proporciona un buen aislamiento térmico y una fuerte resistencia estructural. Las aulas se asientan sobre una plataforma elevada de piedra, y se cobijan bajo una gran cubierta de chapa metálica con anchos aleros, como si fuera un paraguas que abarca todo, que resguarda de la lluvia y de la radiación solar. Esta segunda cubierta del edificio, separada de la otra de ladrillo, contribuye a que el aire circule entre ambas y no se llegue a calentar la inferior de ladrillo, evitando así la instalación de aire acondicionado. La ventilación de las aulas se consigue haciendo que el aire frío que entra por las ventanas circule, gracias al aire caliente que sube y sale a través de unas perforaciones en el techo de ladrillo. Esa circulación de aire es esencial para aliviar la temperatura interior, y no es sino “lograr que el edificio respire y se ventile por sí mismo”.

Esta obra recibió dos premios importantes, y la escuela aumentó el número de alumnos, hasta que en 2004 se hizo una ampliación. Más tarde se construyeron viviendas para profesores y una biblioteca. La repercusión de esta obra propició el arranque de otras instituciones educativas que valoraron las condiciones bioclimáticas de su arquitectura sostenible, por ejemplo, el Liceo Schorge (2016), una escuela secundaria de Koudougou (Burkina Faso).

Francis Kéré, Liceo Schorge
Liceo Schorge (2016) / Foto: Andrea Maretto para Kéré Architecture (cortesía de Pritzker Architecture Prize)

Arquitectura sostenible

Esta concepción arquitectónica, ecológica y sostenible, y hasta elegante en su sencillez y austeridad, es sin duda otra manera de entender la construcción en África. La calidad supone un diseño adecuado a las condiciones y recursos del lugar: clima, materiales, mantenimiento…, pero también una construcción de tipo artesanal, con mayor libertad en el diseño y en el aprendizaje de nuevas técnicas, sin atarse a la uniformidad de los sistemas industrializados.

Con los años, Kéré ha ido desarrollando su propio lenguaje arquitectónico, formado por: amortiguadores climáticos (muros de ladrillo híbrido, doble cubierta ventilada, iluminación indirecta, espacios de sombra…); soluciones inventivas o estrategias pasivas para obtener un flujo de aire fresco (ventilación cruzada, torres eólicas…); uso de materiales como la arcilla o la madera del lugar para conectar con la naturaleza; filtros de luz naturales o transparencias; elementos simbólicos que vinculan a su tierra: como el baobab hueco, con propiedades medicinales, o el árbol palabrero sagrado, bajo el que la comunidad se reúne para contar historias o celebrar acontecimientos.

Francis Kéré, viviendas para médicos en Léo
Viviendas para médicos en Léo (Burkina Faso) / Foto: Jaime Herraiz para Kéré Architecture (cortesía de Pritzker Architecture Prize)

Actualmente Kéré desarrolla su proyecto –en fase de construcción– de la Asamblea Nacional de Burkina Faso, en Uagadugú. Su arquitectura se ha extendido en los últimos diez años por distintos países de África, algunos también con pocos recursos. Pero sobre todo ha sido el artífice de un nuevo paradigma en la construcción africana. Ha logrado una arquitectura de calidad en regiones de extrema escasez, sin acudir a soluciones importadas desde fuera.

Kéré es consciente de que gran parte de la arquitectura que se construye en África es una copia de modelos europeos o asiáticos, que no se adecúan al terreno que pisan. Contra esto ha sido pionero y va contracorriente. Incluso su modelo puede servir para mejorar la cooperación norte-sur, pues a veces no resulta fácil la flexibilidad y la adaptación a las necesidades locales. Él está convencido de que la atracción por la belleza es universal y, pese a la pobreza que reina en África, “es posible ofrecer belleza a la gente”. Como él mismo dice, su contribución es “una pequeña gota en el desierto de arena: es esperanza”. Y, sin duda, también es una muestra de amor y afinidad por su tierra y su gente.

Antonio Puerta López-Cózar
Arquitecto

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