Fracasan en África algunas políticas sanitarias del Banco Mundial

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Las recomendaciones del Banco Mundial (BM) para mejorar los sistemas sanitarios en África no siempre son eficaces, según se desprende de un análisis elaborado por la revista The Economist (7-X-95).

Una de esas sugerencias del BM que han resultado contraproducentes es que las clínicas africanas cobren honorarios al paciente por cada servicio médico. Es algo que se practica desde finales de los años 80, con la idea de conseguir recursos suplementarios. En algunos países (Camerún o Túnez) el cobro de honorarios ha sido eficaz. Pero cada vez más expertos en sanidad del Tercer Mundo coinciden en que no es útil para las naciones más pobres de África, a las que originalmente se dirige el Banco Mundial.

En Zaire, por ejemplo, aunque esos cobros daban a las clínicas la posibilidad de adquirir nuevos medicamentos o instrumental, el número de pacientes atendidos ha bajado. El mismo efecto se ha observado en Nigeria. Así, en el University College Hospital de Ibadan, las consultas han disminuido en dos tercios desde 1990, cuando se introdujo ese sistema.

Los detractores de los cobros argumentan que, en las economías donde los ingresos proceden de la cosecha anual, muchas personas sólo tienen dinero para pagar los servicios de salud durante medio año. Como consecuencia, muchas madres tienen que gastar sus ingresos en cuidados sanitarios, en detrimento de otras necesidades como la alimentación y el vestido.

Por otra parte, los honorarios apenas solucionan los problemas económicos de las clínicas. Pues una parte importante del valor de las tasas se consume en evitar corrupciones de su administración, y al final añaden poco al total de ingresos.

Un reciente informe de la Administración Británica para el Desarrollo Exterior considera que el sistema de cuotas se debe imponer con matices: no a personas pobres, ni en áreas rurales o en zonas de sequía, ni en servicios médicos tales como la atención durante el embarazo.

En el Informe sobre el Desarrollo Mundial del año 1993, el BM mencionaba otras muchas ideas más o menos plausibles: cobrar la atención sanitaria a la gente más rica, o dar prioridad a programas de salud básicos y relativamente baratos (vacunación, distribución de vitaminas, higiene o planificación familiar), en lugar de privilegiar a los hospitales que consumen gran parte de los recursos financieros disponibles.

Otra línea de acción interesante del BM es hacer responsables de las ayudas a las autoridades locales, que normalmente están más involucradas en la búsqueda y administración de recursos que los gobiernos centrales. De este modo se puede ahorrar tiempo y gastos burocráticos, pero sobre todo se logra que los propios beneficiarios se responsabilicen del buen rendimiento de las ayudas.

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