Elecciones en el Congo-Kinshasa, con un Estado por reconstruir

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En la República Democrática del Congo ha empezado la campaña electoral para los comicios del próximo 30 de julio, sus primeras elecciones libres en cerca de 45 años. El proceso electoral no está exento de riesgos, algo inevitable en un país que ha padecido el conflicto más sangriento desde la II Guerra Mundial (entre 3 y 4 millones de muertos).

La propia naturaleza de aquella guerra explica la complejidad del actual proceso. La versión inicial de un «levantamiento popular» contra el dictador Mobutu, encabezada por Laurent Kabila, se reveló como una farsa. Tampoco es posible afirmar que se tratara únicamente de un conflicto civil, o de varios conflictos civiles simultáneos. La guerra prendió como la pólvora en toda la región de los Grandes Lagos: los gobiernos y los grupos rebeldes apoyaron a uno u otro bando en los países vecinos; se destejieron después aquellas alianzas y se formaron otras nuevas; gobiernos que habían sido aliados se declararon varias veces la guerra…

No hubo una guerra en el «sentido clásico», con bandos claramente definidos. El conflicto degeneró en una lucha de todos contra todos, en la que los soldados recibían como única paga el producto de sus saqueos, y sus líderes obtenían comisiones por la venta de derechos de explotación de la minas conquistadas. Un Panel de Expertos de las Naciones Unidas acusó hace cinco años a nueve países y a varias multinacionales extranjeras de estar implicados en el conflicto.

El antiguo Zaire posee el 80% de las reservas mundiales de coltan -un mineral necesario para la telefonía móvil, las videoconsolas o las armas inteligentes- y es rico en oro, diamantes, uranio, cobalto… A día de hoy, algunos de esos «presuntos guerrilleros» locales -según la ONU, testaferros de intereses externos, sobre todo de Uganda y Ruanda- continúan en activo y amenazan el proceso de transición política. El caso más señalado es el del general Laurent Nkunda, bajo mandato de arresto internacional, que se mueve a sus anchas con sus tropas por la región de Kivu, fronteriza con Uganda, Ruanda y Burundi. Según dijo en febrero el subdirector general de la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de la ONU -el noruego Jan Egeland-, las secuelas de la guerra (hambre, desplazamientos, enfermedades…) y los focos activos de conflicto causan a diario unos 1.200 muertos en el país.

Se presentan 9.000 candidatos a 500 plazas de diputados y 32 para el sillón presidencial. Buena parte de los candidatos a la Jefatura de Estado de la RDC son antiguos mandos militares o guerrilleros. El criterio fijado para la inscripción es simple: depositar 50.000 dólares. Pero hay otro requisito más, que ha generado un buen número de acusaciones: los candidatos deben ser congoleños. Del propio presidente en ejercicio, Joseph Kabila, de 35 años, que sucedió a su padre Laurent, asesinado en 2001, se dice que, en realidad, es ruandés. Otros antiguos líderes rebeldes, instalados hoy en el poder, despiertan las mismas sospechas.

Algunos de los candidatos -entre ellos está uno de los cuatro vicepresidentes del Gobierno- se enfrentan además a graves acusaciones ante la Corte Penal Internacional. La corrupción es otro de los asuntos que más preocupa de cara al proceso electoral y a la nueva etapa que se abrirá a continuación. A ello hay que añadir el descontrol del Ejército, que ha servido de agencia de empleo a miles de ex combatientes. Además, no concurrirá a las elecciones el histórico líder opositor Étienne Tshisekedi, de la Unión para la Democracia y el Progreso Social. Este partido ha anunciado que no reconocerá el resultado de las elecciones en su feudo de las provincias centrales de Kasai, cualquiera que éste sea.

Pero todo este panorama sombrío no puede hacer olvidar los progresos de los últimos años. El sacerdote Apollinaire Malumalu, presidente de la Comisión Electoral Independiente, asegura que se ha logrado inscribir a más de 25 millones de votantes, sobre un máximo estimado de 28 millones. Según decía en una entrevista con «Mundo Negro» (marzo 2006), hay razones para afirmar, con esperanza, que estamos a las puertas de la refundación del Estado en el Congo. Y en lo que respecta a las disputas con los países vecinos, se han establecido cauces pacíficos para la resolución de conflictos y la compensación por las riquezas expoliadas.

Existe, no obstante, un requisito imprescindible para evitar que el proceso naufrague: la ayuda internacional. A día de hoy, ésta sigue siendo la principal fuente de ingresos para los presupuestos estatales. Las tropas internacionales desempeñan también un rol esencial, en absoluto exento de riesgos. En el pasado mes de enero, los «cascos azules» (hay 17.000 en el país y va a aumentarse el contingente con otros 1.500 de la Unión Europea) tuvieron que emplearse a fondo para desalojar a los rebeldes que habían tomado una ciudad en la provincia de Kivu Norte.

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