El intento de un tercer mandato presidencial crea un conflicto en Nigeria

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Lagos. En Nigeria hay un áspero debate sobre el intento del presidente Olusegun Obasanjo de presentarse a las elecciones del próximo año para un tercer mandato, lo cual exige la reforma de la Constitución. El debate actual ha puesto al país al borde del conflicto.

La actitud de Obasanjo confirma la tendencia de las culturas africanas a que el jefe se perpetúe en el poder. Una vez que se ha ejercido autoridad sobre el pueblo, es contrario a la mayoría de las costumbres ancestrales retirarse para que elijan a otro más joven.

En Costa de Marfil el presidente era una especie de padre de la patria que murió en el poder. En Camerún y Kenia ocurrió lo mismo. En Congo lograron echar a Mobutu, pero hizo falta una guerra. Otro tanto ocurrió en Uganda. El caso de Mugabe en Zimbabue es actual y dramático.

El general Obasanjo ha cumplido 70 años; además ya estuvo en el gobierno de 1973 a 1979, como resultado de un golpe de estado militar. Pero le cuesta renunciar a la autoridad. Él piensa que el país se vería sumido en el caos si no continuara, y es muy probable que sea así.

La Constitución de 1999 prevé dos mandatos presidenciales de cuatro años. Obasanjo y su partido han propuesto una serie de enmiendas, bastantes y muy diversas, aunque el debate se ha calentado por ese tercer mandato. Para aprobar las enmiendas se necesitan dos tercios de votos favorables en la asamblea nacional y en las asambleas de los estados de la república federal, pero es muy posible conseguirlos dado el grado de corrupción de los políticos.

Obasanjo no ha negado su intención de presentarse a las elecciones, si las enmiendas se aprueban. Ha viajado a los Estados Unidos recientemente para buscar el apoyo de Bush para un tercer mandato. Pero Bush y Blair se han limitado a decir que apoyarán la democracia y que la reforma constitucional es asunto interno de los nigerianos. La asamblea nacional está debatiendo las enmiendas acaloradamente. Muchos de sus miembros perdieron todo decoro y llegaron a los insultos y casi a las manos, cuando se dieron cuenta de que Obasanjo había introducido subrepticiamente una enmienda que privaba a los gobernadores de los estados de un tercer mandato. Argüían que si él quería continuar, tenía que dar esa misma prerrogativa a los gobernadores y aseguraban que, sin ella, las asambleas en los estados no aprobarían las enmiendas.

La opinión pública, en contra

La gran mayoría de la prensa nacional y las encuestas están muy en contra de las enmiendas. Los obispos católicos declararon que no es ético cambiar las reglas del juego a mitad de partido. Muchos temen que Obasanjo se convierta en un dictador de por vida, si logra manipular la Constitución. Los políticos de la oposición están movilizándose y amenazan con una confrontación violenta.

Algunos políticos cercanos al presidente dicen que Obasanjo piensa que el país no está preparado para la sucesión y quiere evitar la lucha que se desencadenaría para conquistar el poder. Dicen también que las reformas económicas iniciadas por su administración correrían el peligro de irse a pique con un cambio de gobierno.

Es cierto que la sucesión ha sido siempre muy conflictiva en Nigeria (siempre tuvo que intervenir el ejército con golpes de Estado); por eso, comentan algunos, Obasanjo debería haber preparado la sucesión. También es cierto que es posible un giro total a las reformas económicas si sale elegido un candidato populista.

Mientras tanto el país sigue sin desarrollarse. Las inversiones son mínimas por la incertidumbre y la falta de infraestructuras: electricidad, agua, carreteras. Además, la corrupción sigue creciendo a pesar de algunos intentos de ponerle coto. Recientemente la ministra de Hacienda, Ngozi Okonjo-Iwealla, ha revelado la cifra de los fondos entregados al gobierno a nivel nacional, estatal y local en concepto de su participación en los ingresos de las ventas del crudo. Si estos fondos se hubiesen invertido, el país estaría en camino del desarrollo.

La ministra, que antes de ser nombrada para la cartera de Hacienda como tecnócrata, ocupaba un alto cargo en el Banco Mundial y que ha logrado sacar al país de la trampa de la deuda, ha puesto en berlina al presidente y a sus ministros, así como a los gobernadores y jefes de los gobiernos locales. Ahora el electorado puede preguntarles: ¿adónde ha ido a parar ese dinero?

Si las enmiendas a la Constitución se aprueban y estos políticos se presentan de nuevo a las elecciones, ¿los elegirá el pueblo? Es posible, dado que la gran mayoría de la población tiene poca capacidad crítica. Los políticos pueden fácilmente persuadirles de que ellos tienen todas las soluciones. Se necesita, pues, una nueva generación de personas competentes en la gestión pública, que sean íntegras y que sepan organizarse en partidos para vender sus programas.

Jide Martins

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