África está ganando la guerra a la mortalidad infantil

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En estos tiempos de crisis financiera en Europa, las buenas noticias vienen de los países en desarrollo (PED). Hace poco se supo que habían conseguido reducir la pobreza. Ahora África exhibe otro éxito: un drástico descenso de la mortalidad infantil. Uno de los Objetivos del Milenio es que en los PED baje dos tercios con respecto al nivel de 1990. Al menos doce países africanos lo van a conseguir antes de la fecha fijada, 2015.

Los datos fueron anunciados en un blog del Banco Mundial por una directora de departamento, Ritva Reinikka, y un economista, Gabriel Demombynes, de la misma institución. Se refieren a 20 países africanos donde se han hecho encuestas de población y salud desde 2005. En cuatro (Liberia, Namibia, Lesotho y Zimbabue) aumentó un poco la mortalidad infantil de 2005 a 2010. Pero la mayoría de los restantes registran descensos fuertes, espectaculares en algunos casos.

Para llegar al Objetivo del Milenio, la mortalidad infantil tiene que bajar a un ritmo medio del 4,4% anual. Doce países africanos han logrado más que eso. La palma es para Senegal, que en el quinquenio considerado la bajó un 9,9% anual, de 121 muertes de niños menores de 5 años por mil nacidos vivos a 72. Ruanda casi lo alcanza, con un descenso del 9,6%. Tercera es Kenia, con el 8,4%. Uganda, recuerda Reinikka, en los años 90 tenía una mortalidad infantil superior a 200 por mil; ahora está en 90 por mil. Los demás países se pueden ver en el gráfico incluido en la fuente citada.

Este avance apenas tiene parangón. India tardó veinticinco años en lograr una mejora semejante a la que Senegal ha hecho en cinco. La gran aceleración china en los años 80 consistió en una reducción del 3% anual. Solo es comparable el caso de Vietnam, que entre 1985 y 1995 redujo la mortalidad infantil un 37%.

El éxito africano se ha dado en países muy diversos: grandes y pequeños, de todas las zonas del continente, con fuerte o débil crecimiento económico, con fecundidad alta o baja. Las causas son múltiples y no bien conocidas. Demombynes ha estudiado el caso de Kenia, y concluye que allí, la mitad del descenso se debe a la difusión de mosquiteras impregnadas de insecticida. Entre 2003 y 2008, su presencia pasó del 8% al 60% de los hogares, y en consecuencia la mortalidad infantil por malaria cayó en las zonas donde la infección es endémica.

El resto del mérito debe de estar repartido entre distintos factores: crecimiento económico del país, ayuda exterior, más personal y mejores dotaciones sanitarias… Pero ninguno tiene una relación clara con el descenso de la mortalidad infantil; tampoco la baja de la fecundidad. En todo caso, Demombynes dice que ha sido un “milagro”.

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