A puerta abierta

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Contrapunto

Tras una época de rígida separación entre ambos sexos, donde cualquier relación podía ser sospechosa, se pasó al extremo contrario: guardar las distancias se consideraba pura gazmoñería, un prejuicio innatural en gente liberada. Ahora vuelve a descubrirse la oportunidad de ciertas viejas cautelas, no sé si por decencia o por prudencia. En algunas universidades americanas, donde el sambenito de «acoso sexual» puede acabar con una carrera, ya hay profesores que se curan en salud y deciden despachar siempre con sus alumnas a puerta abierta. No quieren líos.

Y donde la experiencia indica que se producen líos, más vale evitar la tentación. Esto es lo que pretende el código de conducta que han adoptado los anglicanos para sus pastores, después de algunos escándalos. Entre las normas se encuentran cautelas como la de no reunirse con chicas jóvenes por la noche o dejar siempre la puerta abierta en las entrevistas y asegurarse de que hay alguien más en la parroquia. Transparencia se llama esa figura.

Juan Domínguez

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