TV: fábrica de mentiras. La manipulación de nuestros hijos

Lolo Rico

AUTOR

GÉNERO

Espasa-Calpe. Madrid (1992). 214 págs. 1.100 ptas.

La autora cuenta con una dilatada experiencia en el mundo televisivo y, entre otras cosas, ha sido directora de producción de programas infantiles y juveniles en las dos cadenas de la televisión estatal española. A lo largo del libro, Lolo Rico hace un exhaustivo repaso a los programas hoy predominantes en la pequeña pantalla, tanto para adultos como para niños, así como a sus respectivos soportes publicitarios.

A partir de este análisis práctico, la autora sintetiza los modelos de conducta que transmite la parrilla televisiva y puede hacer una profunda crítica a muchos de sus planteamientos.

Por un lado, señala cómo la gran mayoría de los programas presenta un vocabulario muy pobre. Además, detecta que muchos fomentan un desorbitado afán consumista. Buena prueba de ello serían esos concursos donde sin el menor esfuerzo de la inteligencia los participantes puede ganar un apartamento, un coche… O las telenovelas del estilo de Abigail o Sensación de vivir, donde el gran ideal de sus personajes es pasárselo bien a costa de quien sea.

También denuncia Lolo Rico cómo muchas veces se utiliza de manera burda a la mujer como simple objeto erótico. Capítulo aparte merece en el libro la violencia, mostrada en multitud de espacios televisivos como recurso normal para conseguir algo. En este punto, la crítica de Lolo Rico es especialmente dura, por la nociva influencia que este enfoque tiene en muchos espectadores, especialmente en los niños.

En estos enfoques televisivos ve Lolo Rico una de las causas principales de ciertos rasgos negativos de la juventud actual: uniformidad, consumismo, incapacidad para la lectura, ley del mínimo esfuerzo, pragmatismo exacerbado…

Todos estos temas son tratados con amplitud y profundidad, a veces con un lenguaje algo crudo. Aunque también propone de pasada algunas soluciones, lo que intenta sobre todo Lolo Rico es hacer razonar al lector para que se dé cuenta de que la televisión, con el enfoque decididamente comercial que tiene en muchos países, puede ejercer una influencia muy perjudicial en el público, especialmente en el infantil.

Daniel Díaz

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