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The God Experiment

Russell Stannard

GÉNERO

Faber & Faber. Londres (1999). 248 págs. 9, 99 libras.

Russell Stannard, británico, es uno de los más populares divulgadores de ciencia para niños. Su trilogía del Tío Albert, que explica la obra de Einstein y la teoría cuántica de forma asequible al público infantil, ha sido traducida a quince idiomas. Stannard ha sido también investigador en física nuclear y profesor universitario. En The God Experiment, dirigido a los adultos, propone un nuevo acercamiento a la permanente pregunta sobre la existencia de Dios, partiendo de los datos suministrados por la ciencia actual.

El experimento al que alude el título es uno iniciado en 1999 en Estados Unidos con el fin de averiguar si la oración mejora la salud de unos enfermos aquejados de dolencias cardiacas. Financiado por la Fundación Templeton, su duración prevista es de tres años. Stannard no ha esperado a que termine el experimento para publicar su libro. De todas formas, esta curiosa iniciativa no sirve más que para captar el interés del lector al principio del libro, que se basa en material anterior: dos series de Conferencias Gifford que Stannard pronunció en la Universidad de Aberdeen en 1997 y 1998. The God Experiment es, pues, una exposición divulgativa sobre Dios y la ciencia articulada en torno a una docena de cuestiones: de los milagros al problema del mal, del origen del universo y de la vida a si la presciencia de Dios es compatible con la libertad humana.

Stannard se adentra con rigor, pero sin caer en tecnicismos, en diversas teorías científicas que a veces se han presentado como inconciliables con la fe: evolucionismo, física cuántica, relatividad y cosmología… No hace falta ser experto en ninguno de esos ámbitos para seguir las argumentaciones. Stannard muestra en esta obra sus eminentes dotes de divulgador, sobre todo en las páginas dedicadas al espacio-tiempo en la física relativista.

Es curioso que en algunos capítulos, como el que trata de la vida después de la muerte o el de los milagros, tras alzar un coherente edificio racional que muestra la solidez de sus afirmaciones, abandone el resultado de la argumentación a un subjetivismo por el que el lector aceptará esa verdad solo si «siente» que debe hacerlo así. Por otro lado, no todos los lectores sintonizarán con algunas ideas religiosas de Stannard, próximas al evangelismo norteamericano.

En cualquier caso, The God Experiment consigue su propósito: desmontar, con razones sólidas, la pretendida posición entre religión y ciencia. A la vez, proporciona al lector común un buen bagaje de conocimientos científicos interesantes en sí mismos.

Julio Barranco

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