Romano Guardini: maestro de vida

Romano Guardini: maestro

GÉNERO

de vidaPalabra. Madrid (1998). 415 págs. 2.300 ptas.

Dentro de la colección «Pensamiento» de Ediciones Palabra se han publicado varias obras de filósofos centroeuropeos de la primera mitad del siglo. La serie sigue un criterio muy coherente, pues todos ellos pertenecen al ámbito de la fenomenología, del personalismo y de la filosofía de la existencia, tres corrientes emparentadas y que dieron expresión filosófica al cristianismo desde perspectivas que poco tenían que ver con el tomismo.

Uno de esos libros es Mi visión del hombre, de Karol Wojtyla, profundo conocedor del personalista Max Scheler. Otros dos son ensayos firmados por Dietrich von Hildebrand (1889-1977) y santa Edith Stein (1891-1942), ambos discípulos del creador de la fenomenología, Edmund Husserl. Y los dos últimos son biografías del filósofo de la existencia Gabriel Marcel (1889-1973) y de Romano Guardini (1885-1968).

Quien se fije en las fechas de nacimiento de Von Hildebrand, Marcel, Guardini y Edith Stein, verá que pertenecen a la misma generación. Dos de ellos son conversos (Marcel y Stein). Todos vivieron los terrores de la Gran Guerra, la angustia del periodo de entreguerras, y también la apasionada renovación del catolicismo que, no por casualidad, se produjo en los años veinte. Inicialmente, este movimiento de renovación se limitó a pequeños círculos intelectuales centroeuropeos, pero tras la II Guerra Mundial se extendió hasta conformar una nueva sensibilidad de lo católico, que en buena medida estuvo presente en el Concilio Vaticano II.

El perfil biográfico que Alfonso López Quintás ofrece de Guardini entrelaza oportunamente los datos biográficos con estas preocupaciones de fondo, que tomaron diversos coloridos en cada etapa de su vida. Guardini intentó exponer su filosofía en forma de comentario a grandes maestros de la literatura y del pensamiento (Sócrates, San Agustín, Dante, Shakespeare, Hölderlin, Dostoievski, Rilke…). De esta forma, aspiró a unir los intereses de sus jóvenes alumnos a la formación espiritual, a la investigación filosófica y a la teología. El resultado es un mensaje cristiano pensado desde el interior de la cultura, presentado como algo novedoso y atractivo.

Gabriel Vilallonga

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