Por Europa

TÍTULO ORIGINALPour lEurope

GÉNERO

Ediciones Encuentro / Instituto Universitario de Estudios Europeos (CEU). Madrid (2006). 163 págs. 21 €. Traducción: Lidia Kraemer.

«La paz mundial no puede salvarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan». Así comienza la Declaración Schuman de 9 de mayo de 1950 por la que Francia propuso la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Esta es la idea central de este pequeño libro y el motor de los hechos que narra el entonces ministro de Exteriores francés, y principal impulsor del proyecto de integración europea.

El contenido de «Por Europa» oscila entre la memoria autobiográfica, el ensayo y el manifiesto. El texto central, que da título a esta edición, tiene 90 páginas y fue escrito en 1963, durante la larga enfermedad del autor después de abandonar la política.

En esta edición se incluyen otros ensayos y el texto de la Declaración Schuman, encabezados por un prólogo muy ilustrativo, firmado por Marcelino Oreja.

Schuman subraya las ideas centrales de su pensamiento y de su acción: la necesidad de superar el nacionalismo y la autarquía, Europa como una realidad cultural, las fuentes cristianas que alimentan la vida de la democracia, la obligada integración de Alemania en la Europa unida frente a cualquier miedo o resentimiento, y sobre todo la propuesta de someter a una Alta Autoridad («supranacional») la producción y el comercio del carbón y del acero, para hacer imposible una nueva guerra entre Alemania y Francia…

Schuman parece seguir -en su actividad política y en su escritura- aquel consejo intelectual de Jean Guitton, según el cual, «lo único que merecería detener la atención es el hecho iluminado por una idea, y la idea encarnada en un hecho». Frente a otros ensayos del género que podríamos llamar «apología de las raíces cristianas de Europa», no se encuentra en este libro un gran aparato teórico, ni una extensa exposición histórica (aunque no falta ni una cosa ni la otra), sino un diagnóstico claro del problema central de la convivencia europea; y el alumbramiento y ejecución de una solución práctica concebida por la sagacidad de un francés, pero también por la lucidez de un cristiano, leal servidor del bien común.

La historia ha reconocido su lugar a los llamados «Padres de Europa», pero quizá no destaca lo suficiente hasta qué punto se llevó a cabo como un proyecto personal, a riesgo de la propia carrera, frente a obstáculos históricos aparentemente insuperables.

En el presente estancamiento del proceso de integración, y ante las amenazas para la paz, el libro cobra una actualidad inusitada. No tendría mucho sentido alimentar una nostalgia por unos tiempos más nítidos, de divisiones y peligros con nombres y apellidos, en los cuales el proyecto europeo aparecía dotado de un aura de idealismo. Desde luego sería ingenuo aplicar las mismas soluciones de entonces a los problemas de ahora.

El testimonio personal de Schuman inclina a pensar que la complejidad posmoderna de nuestro tiempo quizá se haría inteligible y gobernable si alguien fuera capaz de alumbrar nuevas soluciones políticas que supusieran avances concretos, con un esfuerzo creador equiparable a las actuales amenazas para la paz.

Ricardo Calleja Rovira

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