Arianne Claessens se sienta frente al piano de una iglesia de Ginebra para tocar en el funeral de su padre, el afamado director de una orquesta cuyos músicos esperan escuchar alguna obra de corte elegíaco. Para sorpresa de todos e indignación de muchos, la pianista les obsequia con una transcripción del Opus 77 de Shostakóvich, un concierto para violín que tiene que ver con las dos ausencias más reseñables entre el público: la de su hermano David, que tras abandonar el violín vive retirado en un búnker alpino, y la de su madre Yaël, de origen israelí, cuya carrera como soprano se vio truncada al casarse con el fallecido.
Al hilo de las notas, Arianne, de 27 años, r ...
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