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Magníficos rebeldes

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALMagnificent Rebels. The First Romantics and the Invention of the Self

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2022)

Nº PÁGINAS600 págs.

PRECIO PAPEL24 €

PRECIO DIGITAL11,99 €

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Hay pocas corrientes filosóficas que hayan determinado tanto la manera de entendernos como la filosofía romántica y, especialmente, esas escuelas de pensamiento surgidas cuando la Ilustración era ya más o menos una suerte de resaca. A pesar de su importancia, penetrar en los textos de Fichte, de Hegel o de Schelling no es fácil. A nadie se le escapa tampoco que reducir el espíritu romántico a la filosofía es una decisión, cuando menos, discutible. Magníficos rebeldes aborda aquel largo período cultural de la forma más idónea, constatando la influencia en la ciencia, la literatura o el arte del nuevo modo de pensar, y dispensando al lector las claves para comprender su desarrollo y repercusión.

Andrea Wulf, autora de una magnífica biografía sobre el Humboldt naturalista, toma el testigo de otros escritores, como Safranski o, más recientemente, Eilenberger, en Tiempo de magos, y transforma la historia de la cultura en un trepidante relato. Reconstruye ambientes, explica amistades, traza perfiles y conecta los itinerarios de los representantes del espíritu romántico. Al mismo tiempo, ahonda en el significado de las ideas, encontrando en el presente las huellas de aquella revolución que emplazó la genialidad y el yo, en toda su radicalidad, para situar ambos en el centro del arte, de la política y, en definitiva, del universo.

El panorama que perfila este ensayo es completo y variado; nos guía por las amistades, por los líos amorosos, las infidelidades y las traiciones. Lo que está claro es que Novalis, Schiller o los Schlegel tenían conciencia de hacer época. Hay, con todo, un guiño a la mujer: Wulf realza el papel desempeñado en la época por Caroline Schlegel –erudita, con una inteligencia acerada–, que, ciertamente, dirigía en gran parte el concierto y, según las investigaciones, era la pluma que estaba detrás de algunos textos atribuidos a sus parejas masculinas.

La única objeción que se puede plantear a Wulf es que no siga hasta el final algunos vericuetos, aunque eso hiciera el libro inacabable. Es verdad, por otro lado, que el cruce entre el siglo XVIII y el XIX es un momento de especial fecundidad espiritual, de creatividad, como si los intelectuales se hubieran propuesto recomponer lo que los ilustrados dinamitaron. Por este motivo, asume un peso considerable el sentimiento y las zonas remisas a la inteligencia.

Si el sueño de la razón produce monstruos, la emancipación del instinto puede suscitar pesadillas análogas. Así, en aquella época, o Dios se diluye en oscuras construcciones panteístas, o se termina convirtiendo el yo en un ser supremo. Vivimos todavía sobre las crestas de aquel tsunami, en una efervescencia identitaria que empezó a burbujear quizá por primera vez con Goethe. Asomarse, de la mano tan precisa de Wolf, a la fuente de donde comenzaron a manar las aguas más caudalosas e insurgentes de nuestra cosmovisión, resulta indispensable para saber cuáles fueron sus logros y –justo es reconocerlo– también sus fracasos.

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