Dentro de la colección “Poesía al Albur”, publica Carmelo Guillén Acosta (Sevilla, 1955) su último libro, Lo entenderás más tarde, que está muy en consonancia con los anteriores, En estado de gracia (2021) y Las redenciones, y con el resto de sus poemarios, de los que también destacamos Aprendiendo a querer, donde reunió toda su poesía hasta el año 1997. La obra de Guillén tiene como cañamazo su relación íntima y personal con Dios, motivo de una atractiva poética donde lo divino se entremezcla con lo más humano transformando al poeta interiormente. Guillén dirige en la actualidad la colección Adonáis de poesía.
“Vivo la enorme dicha de andar en su presencia, / de implicarlo en mis versos, igual que él me involucra / en su vida”. Esta conexión entre lo visible y lo invisible puede surgir, además, en cualquier momento, como cuando escribe “Dios tiene la costumbre de llamarme / cuando pongo el teléfono en silencio”.
Guillén afronta esta relación espiritual con naturalidad, con una humana confianza, sin convertirla en una fuente de crispación o de angustia. Por el contrario, para él Dios es “Abba”, un padre, como titula precisamente el primer poema de este libro. Hay en sus versos un rítmico derroche de gratitud y de cordialidad que proceden de ese esencial y amoroso trato, pues el poeta tiene “la enorme dicha de endiosarse a su gusto” al sentir como suya la posesión de unas verdades eternas que no se encierran de manera exclusiva en una estética “sagrada” o espiritualista, sino que son el primer paso para bucear en su profunda interioridad.
Poemas claros, musicales, reflexivos, auténticos, trabajados, que se leen y conciben como oraciones. En conexión con lo mejor de la poesía mística y espiritual, Guillén transmite un dichoso asombro poético tras palpar cómo el amor y la verdad se trasladan a sus sentimientos y a su cercana realidad. Y en este proceso de enamoramiento, la poesía es, también, capacidad de comunicación y contagio, un vehículo para compartir con los demás esas íntimas revelaciones.