Aunque frecuentó diferentes manifestaciones artísticas, fue en la literatura donde el conde Losoncz, Miklós Bánffy (1873-1950), consiguió más renombre, especialmente por su Trilogía Transilvana, de la que forman parte Los días contados (1934), Las almas juzgadas (1937) y El reino dividido (1940). La trilogía constituye un fresco de la dramática historia húngara entre el comienzo del siglo XX y el final de la Primera Guerra Mundial.
Las almas juzgadas mantiene la misma temática, desarrollo e idéntica calidad literaria que la anterior, Los días contados. En ella, los mismos protagonistas, los condes Bálint Abády y Laszló Gyeröffy, continúan su agitada trayectoria vital. El primero, con una importante labor política y parlamentaria, intentando poner en marcha reformas en sus tierras transilvanas con la creación de cooperativas y cortejando a su prima Adrienne Miloth e incitándola para que se divorcie de su marido. El desgraciado Laszló, hasta entonces un dandy triunfador, acaba por arruinarse en las mesas de juego y comienza una degradación personal y social irrefrenable. Para el autor, el mismo declive se da en la política del país, cada vez más alejada de la realidad de la ciudadanía y más inactiva en la defensa de su imperio, mientras los vecinos enemigos se van pertrechando para una futura guerra.
Los escenarios y ambientes -partidas de caza, sesiones parlamentarias, escenas en castillos y palacios, paseos y viajes por los campos transilvanos…- están descritos acertadamente, reflejando el movimiento y los tiempos de la acción como si se tratase de un vals de la época. Los sentimientos, emociones, diálogos y conductas de los personajes son realistas y transcurren en sintonía con la diversión mundana y el drama humano que viven.