Estos dos relatos de Solzhenitsyn permiten conocer de manera más completa la calidad de su obra literaria, que no puede reducirse, por su trascendencia política y sociológica, a Archipiélago Gulag, que tantas persecuciones ocasionó al autor, expulsado de la URSS en 1974 tras haber obtenido en 1970 el Premio Nobel de Literatura.
Ignatich, el protagonista del primer relato –publicado en 1963–, es maestro y vive en una aldea en casa de Matriona, una mujer ya mayor y enferma. Ignatich ha pasado unos años en la cárcel y su nuevo destino es, en lo personal, un encuentro con la Rusia más pura y virginal, que él desea reencontrar tras años muy duros y complicados. Ignatich se queda gratamente sorprendido por la manera de expresarse de Matriona, que identifica con la Rusia tradicional. Pero Ignatich descubre, a medida que avanza el relato, la bondad de Matriona, una persona que vive entregada a los demás sin hacer ostentación, respetando las tradiciones y costumbres y ayudando en la medida de sus posibilidades a sus vecinos y parientes, a pesar de vivir completamente sola. Para Enrique Fernández Vernet, autor de un espléndido epílogo, La casa de Matriona es un “alegato eslavófilo contra la urbanización a ultranza, la tecnología, el embrutecimiento por el alcoholismo y el abandono de los valores tradicionales”, temas que están siempre presentes en la literatura de Solzhenitsyn.
Incidente en la estación de Kochetovka también fue publicado en 1963 y, como toda la literatura de Solzhenitsyn, tiene su origen en una experiencia personal, cuando el autor estaba en el ejército ruso. Las dos caras del teniente Zutov representan la negativa influencia de la educación comunista en el alma rusa. Si Matriona es un agónico representante de la Rusia inmortal, Zutov encarna algunos de los peores rasgos del poder soviético, que ha sembrado de desconfianza las relaciones personales. El relato transcurre en pocas horas en una estación de tren.
El autor ruso presenta unos personajes que “están a merced de instituciones crueles e implacables, y tienen poco o ningún control sobre su destino”.