La batalla de Waterloo. Memorias de un editor

Rafael Borràs Betriu

GÉNERO

Ediciones B. Barcelona (2003). 546 págs. 19 €.

Después de unos años en los que apenas se habían publicado libros de memorias o estudios en torno a la historia la edición española, ahora se amontonan las novedades sobre este tema (ver servicio 73/03), centradas la mayoría en los años del franquismo.

Rafael Borràs (Barcelona, 1935) lleva desde los 16 años en contacto con el mundo de los libros. Comenzó a trabajar de dependiente en una librería, y después recorrió unas cuantas editoriales (Juventud, Caralt, Plaza, Teide, Ariel, Alfaguara, Nauta…), desempeñando diferentes puestos hasta especializarse como editor. Su labor como editor va paralela a su evolución ideológica: comenzó militando en la Falange aunque poco a poco se fue acercando a la izquierda catalana.

Con sinceridad y pasión, Borràs relata detalladamente su vida como editor hasta 1973, cuando ficha por Planeta, año en que concluye este primer volumen. Su narración, como su vida, está muy atenta a las circunstancias históricas, y las referencias a sucesos y personas de la historia política de esos años son constantes. Este interés por la historia contemporánea define su carrera como editor y como escritor (Borràs es también autor de varios libros de historia: El Rey de los rojos, El Rey perjuro, Los últimos Borbones). Durante su etapa en la editorial Nauta puso en práctica su deseo de analizar la historia de España desde una perspectiva integradora, dando la voz a los vencedores y a los vencidos de la guerra civil, buscando el diálogo entre dos Españas enfrentadas. Fruto de esa preocupación será el nacimiento en Planeta, años después, de la importante colección «Espejo de España», donde se han publicado más de cien títulos entre 1973 y 1995. Con estos mismos objetivos ha seguido después trabajando en la editorial Plaza & Janés, en la colección «Así Fue. La Historia Rescatada»; y en Ediciones B, en la colección «Cruz y Raya», que dirige en la actualidad.

Cuando habla de política, sus posiciones están cerca de las tesis defendidas por los historiadores de izquierdas; en ocasiones se muestra categórico en sus juicios, dejando al descubierto la superficialidad de algunas de sus filias y fobias. La técnica elegida para redactar sus memorias privilegia el detalle, dando mucha trascendencia a las relaciones con todo tipo de personajes de la política y de la historia, unos verdaderamente sobresalientes y otros muy prescindibles, lo que provoca un abrumador censo de personajes secundarios. Cuando analiza el mundo de la edición en aquellos años, los límites son su exclusiva trayectoria personal; se hubiese agradecido una visión más panorámica de la situación de las editoriales, algo que quizá desarrolle en la segunda parte de sus memorias.

Adolfo Torrecilla

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