¡Huy! Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar

Anagrama. Barcelona (2010). 271 págs. 18 €. Traducción: María Teresa Casado.

TÍTULO ORIGINALWhoops! Why Everyone Owes Everyone and No One Can Pay

Un libro con ese título puede generar sorpresa y curiosidad. Ambas aumentan cuando al hojearlo se cae en la cuenta de que trata sobre la crisis económica actual. Su autor, John Lanchester, no es ni un distinguido profesor de economía, ni un prestigioso analista financiero. Es escritor (tiene varias novelas publicadas en España) y ha trabajado en la editorial Penguin. En la actualidad es miembro del consejo editorial de la London Review of Books y colabora en diversos medios como The Daily Telegraph, donde escribe una columna semanal.

¿Por qué un novelista decide escribir un libro sobre la crisis económica? Dos son las razones que, según el propio autor, le impulsaron a este proyecto. Una fue el interés por conocer las razones que provocaron un desastre financiero de proporciones globales, y, la otra, sin duda más osada, contribuir a estrechar el abismo que se ha creado entre el mundo de las finanzas y el escaso conocimiento e incomprensión que tienen y sienten quienes no se dedican a él.

El lector no especializado no debe temer, ya que es a él a quien se dirige la obra. Con claridad, humor e ironía, se irá encontrando con los aspectos y conceptos necesarios para familiarizarse con el mundo de las finanzas, sus principales actores, el tipo de decisiones que adoptan y los instrumentos que utilizan (derivados, bonos, CDO, CDS, swaps, VaR, calificación crediticia, etc.).

Tras este recorrido, Lanchester concluye que la crisis financiera obedece a la confluencia de cuatro factores: el clima de euforia y confianza ciega en el libre mercado (por la inexistencia de un modelo alternativo), el error (por parte de los supuestos expertos y sus sofisticados modelos matemáticos) de creerse capaces de calcular y controlar el riesgo inherente a la actividad económico-financiera, el problema de las hipotecas subprime y el fracaso de las entidades reguladoras (frente a innovadores e incomprensibles productos financieros creados por parte de la banca y avalados por las agencias de calificación).

Por último cabría reseñar dos aportaciones más: acertadas reflexiones, basadas en la experiencia personal del autor, para la toma de algunas decisiones financieras y, en las últimas páginas, una interesante perspectiva de aplicación general respecto a esta crisis, al sugerir interpretarla como un “pequeño” susto o aviso, que nos debería llamar a la calma.

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