Portada-Pieper

Escritos autobiográficos

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2023)

Nº PÁGINAS661 págs.

PRECIO PAPEL27 €

Josef Pieper consiguió una hazaña de la que muy pocos pueden enorgullecerse: convertir los libros de filosofía en auténticos best sellers. Según cuenta en estos retazos biográficos, los ensayos que escribió, inspirados en la obra de santo Tomás de Aquino, alcanzaban tiradas inimaginables hoy, con varias reediciones en algunos casos, lo que dice ciertamente mucho del clima cultural de la época, pero también de la destreza divulgativa del tomista alemán.

A Pieper le hubiera sentado mal que lo calificaran de “neoescolástico”. De hecho, por seguir con sus logros, otro de ellos fue su interés por diferenciar lo que dijo santo Tomás de lo que otros dicen que afirmó. No es que se erigiera en intérprete oficial del filósofo medieval –si algo demuestran estos recuerdos, es que Pieper fue un ser humilde, alguien que se limitó a ejercer el modesto arte de pensar–; pero descubrió muy pronto que entre las páginas de la Suma Teológica hay un espíritu más tolerante y abierto –más católico– que el que muestran los cancerberos de la ortodoxia escolástica.

Propiamente, la autobiografía de Pieper ocupa en alemán tres gruesos volúmenes. La edición en español ha hecho bien en seleccionar amplios pasajes de los libros originales y en poner el acento en aquellos que resaltan el carácter complacido del discípulo de Tomás y sus principales rasgos como filósofo. Sea como fuere, ¿qué interés puede tener la existencia de un erudito, de un hombre reflexivo y hondo como Pieper? Mucho; más, desde luego, que el que pudiera suponer quien no conociera obras tan emblemáticas –e importantes– como Las virtudes fundamentales o El ocio y la vida intelectual.

Pieper demuestra, por ejemplo, que el filósofo no es alguien que estudia, como Kant, al lado de la mesa o que discurre mirando el fuego de la lumbre, al modo de Descartes. Todo lo contrario: se trata de un individuo poseído por esa manía divina que le conmina a salir de sí y a interrogar al mundo. Para Pieper, el Aquinate sobresalió por su realismo, lo que quiere decir que entrenó su inteligencia para recibir la verdad.

Aunque ya por eso merecería la pena acercarse a estas páginas, hay otra razón: exhalan todas ellas optimismo y ganas de vivir. Y no es fácil comprender cómo Pieper pudo sobreponerse a reveses duros –la guerra y, sobre todo, la muerte de su hijo Thomas– si no se tiene en cuenta la mirada sobrenatural y el cultivo de la vida espiritual.

Si, al fin y al cabo, leemos para ensanchar el horizonte de nuestras experiencias –para vivir más–, estas memorias son idóneas para tal finalidad, pues nos permiten acompañar al protagonista de una existencia plena. Lástima que no se haya cuidado más la traducción y la edición de una obra que abre el apetito por salir al encuentro de lo real y transmite ganas de exprimir la vida.

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