El planeta privilegiado

TÍTULO ORIGINALThe Privileged Planet. How Our Place in the Cosmos is Designed for Discovery

GÉNERO

Guillermo González,Jay W. RichardsPalabra. Madrid (2006). 460 págs. 29 €. Traducción: Antonio Esquivias Villalobos y Ana Sabela Álvarez.

¿Es la vida un fenómeno corriente en el universo o es más bien algo raro y excepcional? Guillermo González (profesor de Astronomía y Física en la Iowa State University) y Jay W. Richards (filósofo y teólogo, vicepresidente del Discovery Institute de Seattle) contestan a esta pregunta, y a muchas otras más, de una forma ampliamente razonada. Los autores clasifican la vida en tres niveles: simple, compleja y tecnológica (o inteligente), y defienden la tesis de que incluso las formas de vida más simples requieren para existir unas condiciones extremadamente complejas y delicadas que no son nada comunes en el universo. Lógicamente, las dificultades para que aparezca la vida compleja y la vida inteligente son mucho mayores. Puede decirse que, teniendo en cuenta los factores que entran en juego, el planeta Tierra ocupa el lugar ideal en el momento adecuado.

¿Cuáles son las condiciones necesarias para que aparezca la vida tal como la conocemos? Son muchas las que se explican en el libro, por lo que sólo citaremos unas pocas: el tamaño y las características del planeta que la albergue (tectónica de placas, campo magnético, una determinada atmósfera, una composición química muy precisa con un nivel óptimo de potasio 40 -el exceso o el defecto arruinaría la vida-, etc.), la estrella anfitriona (los autores demuestran que nuestro Sol no es una estrella nada común comparada con sus vecinas análogas); además se necesita ocupar el lugar exacto en un sistema planetario muy preciso en el cual se pueda estar protegidos por un número limitado de planetas de los impactos de asteroides, meteoritos y cometas; pero, al mismo tiempo, se necesita recibir el impacto adecuado de estos agentes para poder beneficiarse de los elementos químicos tan vitales que aportan para la vida en la Tierra; una Luna del tamaño adecuado, una gravedad idónea, etc.

Analizando todo este conjunto de circunstancias los autores concluyen que la Tierra ocupa, extraña y admirablemente, un lugar privilegiado para desarrollar la vida y existe en el momento idóneo para hacerlo. Características que, hoy por hoy, no apreciamos en otros lugares del universo y que no se dieron ni en el pasado ni se darán en el futuro.

Otra tesis relacionada con la anterior en la que los autores insisten mucho es que la habitabilidad de nuestro planeta posibilita el que podamos hacer descubrimientos sobre el universo. De modo que relacionan intrínsecamente habitabilidad con observabilidad, lo que también nos convierte en unos privilegiados.

La conclusión que extraen es: «la convicción de que el cosmos ha sido diseñado, nuestro lugar en el cosmos está impregnado de propósito». Como su argumentación se mueve en un plano estrictamente científico, los autores advierten que ellos no afirman sin más «que la correlación entre habitabilidad y mensurabilidad es el resultado de lo que los filósofos llaman ‘causa agente’ directa dentro del mundo natural». Simplemente se limitan a extraer la conclusión de que el universo parece estar hecho a la medida para el hombre.

Carlos A. Marmelada

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