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El fondo del puerto

El fondo del puerto

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALThe Bottom of the Harbor

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2023)

Nº PÁGINAS248 págs.

PRECIO PAPEL19,90 €

PRECIO DIGITAL10,99 €

TRADUCCIÓN

Considerado el precursor del “Nuevo Periodismo” que pusieron de moda Tom Wolfe y Gay Talese, Joseph Mitchell (1908-1996) se especializó en la publicación de reportajes que él bautizó como “Perfiles”, donde fue reflejando la vida de Nueva York y de sus gentes. Sus textos se publicaron en The New Yorker, donde comenzó a escribir en 1938, y después en diferentes antologías.

Aunque nacido en Carolina del Norte, desde que en 1929 se traslada a Nueva York, la vida de Mitchell está estrechamente unida a esta ciudad, de la que se convirtió en uno de sus mejores cronistas. De manera especial, siente una especial atracción por la actividad del puerto de la urbe, esplendorosa en las décadas de los 40 y de los 50, pero que después comenzó a declinar. Precisamente, los seis reportajes de este libro abarcan desde 1944 hasta 1959, y en ellos, como si Mitchell presagiara la inminente decadencia, realiza un epitafio de las gentes y profesiones que en pocos años pasarían a la historia.

“El amanecer brumoso de los muelles, el jaleo que arman los pescaderos, el olor a algas y el espectáculo de toda esa abundancia me producen siempre un bienestar que a veces raya en la euforia”. Mitchell describe en estos textos la vida de los arrastreros, los llamados ribereños, los pescadores, los patrones de barcazas y gabarras, los dueños de restaurantes y las especialidades de muchos de ellos, la actividad de los mercados, los problemas sanitarios que provocan las ratas, la contaminación de las aguas, los diferentes tipos de pescados y sus peculiaridades, la evolución de los criaderos de ostras hasta su desaparición, las profesiones ya olvidadas… La especialidad de Mitchell es el detallismo, el exceso de puntilloso realismo, la suma objetividad.

Pero su estilo no cae en el frío y meticuloso muestrario de pormenores, sino que siempre incorpora el ingrediente humano. Mitchell conoce a muchas personas que se saben como nadie la historia del puerto, y con muchas de ellas mantiene unas conversaciones con las que va desgranando los detalles de los asuntos que aborda. Por ejemplo, resulta muy interesante la vida de Louis Morino, el propietario del restaurante Sloppy Louie’s, quien domina como pocos los entresijos de la vida portuaria. O las charlas con Ellery Thompson, patrón y propietario del Eleanor, pintor aficionado y uno de los pescadores que conoce al dedillo los mejores lugares para pescar de la costa de Nueva York. O la minuciosa descripción de la pesca del sábalo que le hace Harry Lyons, uno de los más afamados ribereños de Edgewater, localidad muy próxima a la ciudad.

No hay en los escritos de Mitchell un deseo de realizar estampas turísticas idealizadas: él quiere describir a ras de suelo el cotidiano trajín de las gentes y los barcos y el descubrimiento de lugares insólitos, como Sandy Group, “una triste sombra de lo que fue”, donde mantiene una charla con el señor Hunter, un pozo de sabiduría de la historia de ese pueblo, con quien Mitchell recorre el cementerio. Como escribe, “cuando la vida se me atraganta, me pertrecho de una guía de flores silvestres y un par de bocadillos y me acerco a la costa sur de Staten Island para dar un paseo por alguno de sus viejos cementerios”.

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