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El conocimiento inútil

TÍTULO ORIGINALLa Connaissance inutile

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2022)

Nº PÁGINAS512 págs.

PRECIO PAPEL32,50 €

GÉNERO

La pluma ágil y polémica de Jean-François Revel (1924-2006) produjo en 1988 El conocimiento inútil, donde puso en duda la utilidad y eficacia de la avalancha informativa que diariamente nos llega. Ahora se reedita en España con una nueva traducción.

En teoría, la opinión pública dispone hoy de los datos necesarios para juzgar los acontecimientos sociales, políticos, económicos o culturales. Pero Revel, empleando infinidad de citas periodísticas y literarias, se esforzó por demostrar que, en gran número de casos, no existe esa supuesta información, sino una desinformación sustentada sobre la ideología de los informadores.

Según Revel, se ha abandonado el conocimiento objetivo de los hechos y su correspondiente análisis racional, para sustituirlos por una exposición arbitraria, impregnada de juicios de valor subjetivos. Lucidez y pesimismo se dan la mano en una obra en la que su autor, de formación racionalista, combate casi a la desesperada la irracionalidad presente en toda clase de culturas y sistemas políticos.

El pensador francés establece, como principios fundamentales del comportamiento de los medios de comunicación, la racionalidad y la honradez. Nadie puede pronunciarse categóricamente sobre un tema sin haberse documentado suficientemente y sin haber analizado los datos de que dispone. Y, aun así —añade—, no se estará seguro nueve veces de cada diez. Del informador se espera, por tanto, que actúe de buena fe y no extraiga unas conclusiones prefabricadas, fruto de una deformación o selección previa de los datos.

Sin embargo, Revel piensa que estas normas pocas veces se aplican en la realidad. Esta persuasión le lleva a hacer, al comienzo del libro, una afirmación contundente: “La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”. Por ello cree que la información que sustenta las opiniones del público en las sociedades democráticas (¿qué sucederá en las que no lo son?) están viciadas de raíz. Heredero del Siglo de las Luces, Revel quiere embarcar a la “Razón” en una batalla en la que el enemigo ya no es la ignorancia, sino la mentira, en sus formas más burdas, pues a menudo la necesidad subjetiva de corroborar los propios postulados ideológicos llega a imponerse sobre las verdades más palmarias.

La mentira es, además, uno de los componentes orgánicos de los sistemas totalitarios, que la necesitan para sobrevivir. A lo largo de las páginas del libro, desfilan ejemplos de mitos alimentados por ideologías totalitarias. Uno de ellos es, por ejemplo, el mito de la raza aria en el nazismo. Otro, cercano a lo ridículo, es la elevación de las teorías biológicas de Lysenko a doctrina oficial en la URSS de Stalin y Jrushchov, cuando sostener la existencia de los genes estaba considerado una desviación fascista y trotskista.

El libro se publicó en los años de la perestroika de Gorbachov, aunque para el escritor francés la glásnost o transparencia, defendida por el líder soviético, tenía escaso mérito, pues solo significaba el derecho a proclamar en voz alta defectos del sistema que eran públicos y notorios, pero que antes nadie osaba criticar. Gorbachov pretendía edificar una democracia socialista y afirmaba que no debían atribuirse al socialismo las dificultades que los países socialistas han encontrado para su propio desarrollo. Con un toque de ironía, el autor replica que eso equivale a decir que el agua no tiene nada que ver con los problemas de humedades en las tierras pantanosas.

En esta obra Revel arremete con energía demoledora contra la noción de izquierda. En la opinión pública, la izquierda se ha llegado a identificar con “una frágil, débil y minúscula llama de justicia que resiste hasta su extinción a una derecha gigantesca, omnipresente y todopoderosa”. Sin embargo, pocos se atreven a relacionar abiertamente a la izquierda con sistemas despóticos y represivos.

A diferencia de lo que sucede con otros políticos y escritores de países latinos, la pluma de Revel enarbola las banderas de la libertad y de la democracia contra una izquierda que hasta ahora ostentaba su monopolio. Por eso, fustiga la clásica tesis socialista de que las libertades civiles de nada sirven sin el desarrollo económico. Para Revel, la libertad es un bien en sí misma, independientemente del nivel de vida de la población. La Suiza del siglo XIX, uno de los países más pobres de Europa, con toda su tradición de democracia directa en los cantones, sería un buen ejemplo de ello.

Sin embargo, Revel va aún más lejos en su crítica de los que afirman que no se puede ser demócrata sin ser marxista y acude a un análisis del economista liberal austriaco Ludwig von Mises, que compara las diez medidas económicas de urgencia propuestas por Marx en el Manifiesto comunista con el programa económico de Hitler. Mises señala que ocho de esos puntos fueron llevados a efecto por los nazis con un radicalismo que habría hecho las delicias de Marx. Después de esto, a Revel solo le falta calificar al nazismo de socialismo de derechas, como han hecho otros autores.

En definitiva, estamos ante un clásico contemporáneo del pensamiento que hace más de tres décadas se anticipó al mundo de la posverdad y las noticias falsas. Es un clásico del racionalismo francés que contrasta con ese imperio de las emociones que se ha aposentado en nuestras sociedades posmodernas.

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