Dios y los náufragos

José Ramón Ayllón

GÉNERO

Belacqua / Logos. Barcelona (2002). 205 págs. 6 €.

Ayllón, cada vez más conocido por su abundante producción divulgativa en temas de ética y antropología, y por sus novelas para jóvenes, acompaña en este libro a algunos grandes literatos y pensadores en su singladura hacia Dios.

«¿Qué arco habrá arrojado esta saeta que soy? ¿Qué cumbre puede ser la meta?». Estas palabras de Borges pueden servir como introducción a la primera parte del libro; el hombre tiene sed de Dios tanto si lo busca como si lo niega. Allí recoge las ideas y textos de poetas, filósofos, científicos del siglo XX que han negado a Dios o que se hundieron en el agnosticismo: Aleixandre, Borges, Sábato y otros son, como bien indica el autor, «Náufragos a la deriva».

Al que aspira a encontrar el sentido profundo de su vida le puede ocurrir lo que Kant supo describir: Dios es el ser más difícil de conocer, y también el más inevitable. Dámaso Alonso llega a decir que toda poesía a última hora es hambre de Dios. Otros, como Nietzsche, se rebelan brutalmente contra Él y un tercer grupo, entre ellos Elie Wiesel, cegados por el dolor, le niegan. La primera parte del libro plantea la conciencia de que el hombre está hecho para la trascendencia; el hombre impelido por el sufrimiento, por el afán de amar eternamente, por trascender lo efímero, busca el sentido de su vida. Las citas que recoge Ayllón hacen participar al lector de la sensación de angustia que acompaña a estos autores. Pero no es la última palabra.

La segunda parte nos muestra a personas que quizás venían de la misma situación, pero que encuentran a Dios. La mayoría son conversos: Agustín de Hipona lo busca con hambre; a Frossard, Dios le sale al encuentro, sin él buscarlo; Chesterton y Lewis le descubren tras un largo proceso y, como buenos conocedores de las refutaciones al cristianismo, se convierten en estupendos apologistas. Dostoievski refleja magistralmente en sus obras la gigantesca tensión interior de quien se debate entre la angustia y la esperanza.

La respuesta al interrogante del dolor hace enfocar la vida de manera diferente; sufriendo ambos el Holocausto nazi, Elie Wiesel niega a Dios y Lustiger, hoy arzobispo de París, se vuelve hacia Cristo, que es el único que da sentido a su dolor.

La última parte son testimonios muy diversos, como variados son los personajes: Tatiana Goricheva, Martín Descalzo, Thibon o Narciso Yepes; cada uno de los testimonios refleja diferentes caminos vitales para llegar a Dios. Goricheva nos da a conocer una realidad ignorada por lo general en el mundo occidental, Thibon deja el sabor amable del sabio humilde; la entrevista que hace Pilar Urbano a Yepes es magistral, un testimonio que deja huella.

Ayllón permite hablar a los protagonistas de estos hechos, recoge textos significativos, no escurre el bulto ante los temas difíciles y consigue un libro apasionante. No solo deja un buen sabor de boca, sino que además anima a la lectura de algunos de los escritores que más aportan en esta búsqueda o encuentro que todos los hombres en un momento dado se plantean.

José Manuel Mañú

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