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Diccionario de la ignorancia

Dictionnaire de l'ignorance

TÍTULO ORIGINALDictionnaire de lignorance

GÉNERO

Michel Cazenave (director)Seix Barral. Barcelona (2000). 268 págs. 2.800 ptas.Aux frontières de la science. Traducción: Lluis Miralles.

La física actual ha llegado a un territorio fronterizo que apenas hace unas décadas nadie podía prever. Allí esperaba la reflexión epistemológica más radical. Ambas, física y epistemología, parecen haber confluido en objetivos, planteamientos y métodos, y las investigaciones de una coinciden frecuentemente con las de la otra: si hoy nos planteamos el límite de nuestro conocimiento del universo físico, tendremos que aceptar la intervención de reflexiones tradicionalmente tenidas por ajenas a la ciencia, y cambiar con ello los puntos de vista heredados: San Agustín, Kant y Bergson nos interpelan en la misma clave que Heisenberg, Bohr y Planck. A partir de ahí, el discurso científico se amplía inevitablemente, tal como aceptan los autores de este Diccionario de la ignorancia. Quince autores suman sus artículos en esta obra, que resulta, en consecuencia, desigual en altura, precisión y calidad. Sin embargo, el conjunto merece lectura precisamente por el carácter panorámico del estado actual de la reflexión sobre la ciencia.

¿Ignorancia? Lo cierto es que pocos artículos responden al título propuesto. En conjunto componen más bien un catálogo de todo lo contrario, y tampoco es este un motivo para el lamento: pocas veces se puede leer una exposición tan brillante como la que ofrece Bernard D’Espagnat a propósito de los límites de la ciencia. Los conceptos perfectamente anti-intuitivos de la física cuántica, el «realismo centrado en el hombre» de Kant, y la posibilidad de existencia de leyes objetivas se dan la mano en su contribución, y se articulan en un discurso compacto y certero que llega al extremo de nuestra posibilidad de conocimiento: otras realidades posibles, esos otros «universos cuánticos», en lenguaje de la física, dejan entrever su existencia, pero poco más. Ahí comienza nuestra ignorancia; y, probablemente, en la exposición del autor, se trate de una ignorancia radicalmente invencible.

Otros autores, entre los que destacan Étienne Klein, Besarab Nicolescu y Gilles Cohen-Tannoudji, sitúan al lector no iniciado en el complejo mundo de la física más avanzada, allí donde la misma ciencia es epistemología. La aparente paradoja contenida en la percepción de lo que no se conoce es en la actualidad el desafío de esa física, que la aborda con método y herramientas matemáticos sin evitar, por otro lado, las consecuencias gnoseológicas. Podría decirse que ello es el leitmotiv de este Diccionario de la ignorancia, que solo en contadas ocasiones desciende a niveles menores de simple exposición, casi evitable por lo difundida, como en los artículos dedicados a la posibilidad de inteligencia artificial, o al no-saber de la psiquiatría.

Quizá podrían haberse tratado «otras» ignorancias, otros ámbitos de la ciencia o incluso de la experiencia social. El director de la obra ha optado por la desproporción a favor de esa física, quizá por su actual carácter indiscutiblemente explorador de límites.

Rafael Rodríguez Tapia

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