Decir la muerte

TÍTULO ORIGINALParler la mort. Des mots pour la vivre

GÉNERO

Claret. Barcelona (2001). 232 págs. 11,27 €. Traducción: Josep López de Castro Álvarez.

El autor es capellán de un prestigioso centro oncológico cercano a París y cuenta, con brillante estilo literario, sus experiencias con enfermos muy diversos por cultura, formación, religiosidad, etc. Todos los enfermos son distintos, como bien enseña la Medicina, pero al encontrarse todos en la misma situación terminal, coinciden en muchos aspectos, y el autor ofrece interesantes observaciones, casi siempre atinadas, de su relación con esas personas.

En algunos de los relatos, encantadores, cargados de humanismo, se aprecia la importante ayuda que para muchos enfermos terminales supone la presencia del capellán, aunque éste a veces se llegue a cuestionar la razón de su trabajo. Pero eso parece más bien una cuestión retórica, tal vez como defensa ante la dureza de su tarea, ya que «decir la muerte», hablar de la muerte con los enfermos no siempre resulta tarea fácil, tanto por las trabas familiares como por la misma resistencia del enfermo.

Bernard-Henri Lévy, autor de la introducción, destaca, desde su agnosticismo, la valentía y honradez del autor, «barquero del más allá», que es capaz de afrontar, siempre con la palabra justa y el gesto exacto, la conversación acerca de un tema que resulta tabú para tanta gente.

Interesante obra, que sabe reflejar igualmente las reacciones extrañas o inesperadas, a veces contradictorias, que se dan en estos enfermos. Con ellos no cabe sólo la amabilidad, paciencia y cordialidad, siempre imprescindibles, dice el autor. Conviene llegar después -esa es tarea del sacerdote, aunque no sólo suya- a los aspectos religiosos, ya que el enfermo terminal espera, además de escucha y comprensión, la Palabra de Jesús.

Puestos a hacer alguna observación crítica, diría que se hace un pobre tratamiento de la Unción de los enfermos, reflejo probablemente de la visión negativa que durante siglos se ha tenido de este sacramento, y también se echan en falta referencias a la dimensión espiritual de los enfermos. Pero el autor trata con brillantez cuestiones importantes en relación con el morir y el «decir la muerte»a los enfermos terminales, que sin duda pueden servir de ayuda a todos los que trabajan en el mundo de la salud.

Miguel Angel Monge

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