Cine y Literatura

Pere Gimferrer

GÉNERO

Seix Barral. Barcelona (1999). 159 págs. 1.500 ptas.

Este libro es una reedición del ya publicado por Planeta en 1985, revisado y ampliado ahora de acuerdo a la evolución de la literatura y el cine desde esa fecha hasta hoy. Ciertamente es un ensayo para cinéfilos, pero unos cinéfilos especiales: los que no solamente aman el cine sino que se interesan por las relaciones y diferencias entre el lenguaje cinematográfico y el literario; las dificultades y problemas de adaptación de la novela al cine; de una obra de teatro al cine; del paso del guión a la realización cinematográfica. El libro se estructura en cuatro capítulos en los que se desarrollan dichos temas.

Respecto a la relación entre el lenguaje literario y el del cine, Gimferrer insiste en dos líneas como tesis: una, que Griffith inició el lenguaje cinematográfico para con él contar una historia, siendo su modelo de lenguaje la novela del XIX, más en concreto, Dickens. A partir de él, y mayoritariamente, siempre se ha querido contar una historia con el cine; las experiencias renovadoras de los más creativos directores de esta línea no han hecho sino aumentar y mejorar las posibilidades de ese lenguaje cinematográfico narrativo. La otra línea es la que inicia Méliès, con la pauta estructural del teatro, que replantea en parte su orientación con la aparición del sonoro, pero siempre fuera de la narración.

Gimferrer desarrolla los siguientes capítulos en la línea de Griffith: los problemas expresivos generales del cine y las relaciones novela-cine y teatro-cine, particularmente en los casos de adaptaciones. El cuarto capítulo aborda la cuestión de la relación entre el guión y el rodaje.

Lejos de ser un ensayo teórico, abundan los ejemplos, tanto del hacer de este o aquel director, como de su plasmación concreta en esta o aquella película, desde los inicios del cine hasta casi nuestros días. Tanto es así que tiene sentido que haya un índice onomástico y otro de películas. Diría, sin embargo, que la prosa castellana de Gimferrer es un tanto farragosa y dispersa, no siendo fácil apresarla entre tantas ramas, ramitas y hojas.

En el breve apéndice «Cine y surrealismo» afirma y explica que el cine es necesariamente realista y, por esencia, surrealista. No cabe en él sino la imagen, que es signo y símbolo de otros signos. Es imposible en el cine un signo abstracto que se baste a sí mismo.

Para los cinéfilos este erudito ensayo tiene interés, en tanto que mueve a pensar y ponderar las muchas apreciaciones de Gimferrer.

Pedro Antonio Urbina

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