Prolífico autor de ensayos, Rafael Gómez Pérez, doctor en Derecho y en Filosofía, es también autor de dos poemarios, de un libro de memorias y de varias guías dedicadas a algunas de las ciudades donde ha vivido, como Huelva, Madrid y Roma. Precisamente esta novela, la única que ha escrito el autor, se ambienta en la capital de Italia a finales de los 50 y comienzos de los 60 del siglo XX, a donde se traslada su protagonista, el filósofo Pedro Martínez, para realizar su tesis doctoral dedicada al concepto de tiempo en san Agustín. También acude a Roma con la intención de poner distancia con el ambiente claustrofóbico que vivía en el franquismo.
Pedro asiste a las clases del profesor Cinquetti en la universidad y, cuando finaliza la tesis, acepta convertirse en profesor de Literatura en el Instituto Español en Roma. Durante este tiempo, Pedro se ha convertido en un enamorado de esta ciudad, encontrando su esencia en lugares olvidados y en los museos más visitados, “metiéndome por todos los rincones, uniendo lo clásico a lo sucio, que así es esta ciudad”.
En sus clases conoce a Nina di Maria, joven de la que acaba enamorándose perdidamente, aunque ella no parece corresponderle de la misma manera. La novela describe sus clases, en las que aparecen sugerentes opiniones sobre la poesía, la novela y el teatro españoles; también su actividad intelectual en Roma y algunas de sus amistades.
Aunque conoce a los padres de Nina, su relación con ella se ha estancado. Más todavía, Pedro tiene la sensación “de que alguien jugaba con sus sentimientos de una manera suave pero calculada”. Se entera de algunas historias sórdidas que se viven en esa familia y conoce a Lisa, la hermana de la madre de Nina, mujer enfermiza que ha estudiado Letras y es una experta en Leopardi. Indeciso ante su relación con Nina y ante lo que da de sí su presente, Pedro tendrá que replantearse su futuro: si vuelve a España o se queda en Roma.
En la novela hay una dramática historia familiar que salpica a un Pedro que se encuentra desbordado por las extrañas circunstancias que rodean su vida en esos momentos. En medio de un amor que él vive de manera radical, los reveses y ocultaciones de esa relación le dejan muy tocado, sobre todo por su carácter ingenuo y transparente, a pesar de su destacada inteligencia. En lo que se cuenta, el autor va al grano y no se demora en innecesarias descripciones, ni incluye los pensamientos ocultos de Pedro sobre las cosas, raras e imprevisibles, que le están pasando. De esta manera, no se ralentiza el desarrollo de su accidentado argumento. La novela se enriquece con las ajustadas reflexiones estéticas y literarias que contribuyen a entender mejor a su atribulado y atrayente protagonista.
La novela está escrita con un estilo realista, sobrio, eficaz, profundo y maduro en el que se combina lo psicológico con algunas escenas culturalistas –sin avasallar– y con las referencias concretas a la ciudad de Roma, muy bien descrita por el autor. La historia personal de Pedro huye de los estereotipos sentimentales y consigue convertirse en un inesperado drama existencial de carne y hueso, nada literaturizado.