Amos del mundo. Historia de las conspiraciones

Juan Carlos Castillón

GÉNERO

Debate. Barcelona (2006). 348 págs. 19 €.

Este libro, escrito por el periodista Juan Carlos Castillón, es una fundamentada crítica a esa mitomanía popular que explica los hechos por medio de teorías conspiratorias. Hoy encontraremos a muchas personas, sean o no consumidores de esa amalgama de títulos que mezclan lo esotérico y las tramas oscuras, que están dispuestas a creer que el 11-S se debió a una manipulación americano-sionista o que es altamente sospechoso que Bush y Kerry pertenezcan a la misma hermandad universitaria de Yale. No es un fenómeno nuevo, aunque ahora los mayores productores de mitomanía se encuentren en EE.UU. y de paso relacionen no pocas cosas con los extraterrestres.

Según Castillón, el epicentro en el pasado reciente de las obsesiones conspiratorias fue Francia. Allí florecieron toda suerte de teorías sobre masones y templarios desde los tiempos de una revolución en la que el único nexo serio de conspiración se relaciona con las maniobras del duque de Orleans, primo de Luis XVI, y que no le libraron de la guillotina.

Los ejemplos históricos aportados por el autor demuestran que muchas veces había masones tanto en el bando de los revolucionarios como en el de los contrarrevolucionarios. No actuaron al unísono como miembros de una hermandad. Habrá que llegar a la conclusión de que, por ejemplo, si a un político le invitan a una reunión del club de Bilderberger -formado por personas influyentes americanas, europeas y japonesas-, no por eso queda vinculado a decisiones de gran alcance, que más bien se toman en ministerios o consejos de administración por las personas interesadas.

Mas ninguna lógica racional será capaz de convencer a los mitómanos, que creen con fervor en las conspiraciones, y que seguirán pensando que existe una relación entre templarios y masones, aunque no sea sostenible en rigor histórico. Los autores de estas teorías se agarrarán a cualquier cabo suelto para alimentar sus argumentos y su imaginación. No es extraño porque vivimos en un mundo escéptico, en el que arraiga la sospecha en todos los ámbitos. Y precisamente porque corren malos tiempos para la razón, es recomendable la lectura de este libro, que pone en duda que los acontecimientos se deban a oscuros designios de masones, judíos u otros sospechosos asimilados.

Antonio R. Rubio

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