Como explicaba Dario Regattieri, productor ejecutivo de la obra, en una historia tan conocida como la de Sira Quiroga “no es tanto lo que sumas, sino lo que restas para poder contarla”. El resultado de esta síntesis despertará buenos recuerdos en todos aquellos que leyeron la novela o disfrutaron con la serie.
En el año 2008, una editora del grupo Planeta le pidió a su amigo Lorenzo Caprile si podía revisar las galeradas de una novela escrita por una desconocida profesora universitaria. La protagonista del libro era una chica de origen humilde que conseguía hacerse un hueco en el mundo de los espías gracias a su talento por la costura. A aquella editora le preocupaba especialmente el capítulo en el que la modista elabora un icónico Delfos de Fortuny, ya que la autora lo había escrito sin tener apenas conocimientos técnicos del asunto. Caprile leyó con gusto la novela y concluyó que el resultado era brillante.
Una década después, el mismo Lorenzo Caprile ha sido el encargado de elaborar los outfits de la protagonista del musical El tiempo entre costuras, y ha recibido por este trabajo el Premio Talía a Mejor Vestuario, concedido por la Academia de las Artes Escénicas. El espectáculo ofrece ahora mismo su segunda temporada, en la que todavía le queda por visitar Madrid (7 de abril-12 de mayo y 29 de mayo-23 de junio), Zaragoza (16-26 de mayo), Vitoria (27-30 de junio) y Málaga (4-14 de julio).
La historia de Sira Quiroga es un éxito asegurado, se cuente como se cuente, como demuestran los números. En este caso, la propia María Dueñas ha sido una de las encargadas de adaptar su novela al formato musical, después de que en 2013 la versión televisiva superara los 5 millones de espectadores.
El resultado es una obra de calidad, con 24 actores y música en directo, que ha recibido múltiples premios, y en que la escenografía y el vestuario cumplen con las expectativas del público. Todos los cambios de escenario son a la vista de la audiencia, lo cual tiene mucho mérito en una historia que viaja por tres ciudades muy distintas –Madrid, Tetuán y Lisboa– y la actriz protagonista se cambia de ropa 25 veces a lo largo de todo el espectáculo.
Sin embargo, el aspecto menos conseguido es justo el específico del formato: la música. La novela de María Dueñas tiene muchos encantos, pero, sin duda, uno de los mayores es el sabor de las descripciones de cada una de las ciudades por las que viaja Sira. La música podría haber sido la mejor aliada para transportar a los espectadores del Madrid de los años 30 a los cafés árabes del protectorado español en Tetuán, o a la enigmática Lisboa de la II Guerra Mundial; como lo hacen el vestuario, las pelucas y los sombreros de los protagonistas. Sin embargo, a pesar de estar en su mayoría magistralmente interpretada por Alba Cuartero (Sira Quiroga), la propuesta sonora es buena pero demasiado lineal a lo largo de toda la historia, a excepción del tanguillo interpretado por Teresa Alba (Candelaria).
Por todo lo demás, El tiempo entre costuras, el musical tiene todos los ingredientes para hacer disfrutar al público, especialmente a los más fans de la historia original. Un espectáculo producido íntegramente en España y que, en el caso de Madrid, se representa a escasos 200 metros de la casa en la que vivía Quiroga, en la calle Redondilla.