Si hay un director de cine vivo comprometido con lo que significa el compromiso social y político del séptimo arte es el iraní Jafar Panahi. Es frecuente ver a cineastas llevando pañuelos, pins, tuiteando, dando ruedas de prensa o incluso manifestándose para defender diferentes causas. Lo que no es tan frecuente es ver a cineastas encarcelados por su propio gobierno, directores que burlan la censura rodando en la clandestinidad, en una aldea fronteriza (Los osos no existen), en su casa con un móvil (Esto no es una película), en un taxi (Taxi, Teherán), o en un coche (Tres caras), y que, después de salir de la cárcel… se empecinan en hacer películas porque para ellos la libertad de expresión vale más incluso que la libertad física. Con otras…
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