En un esquema similar al de la serie 24, The Pitt sigue a tiempo real las incidencias en un hospital de Pittsburgh a lo largo de un turno de 15 horas. La trepidación es total desde el primer minuto, algo que exige decisiones inmediatas del Doctor Robby, encargado de coordinar la gestión de su joven plantel de médicos.
El creador de esta serie, R. Scott Gemmill, fue uno de los 55 guionistas de Urgencias, la ficción hospitalaria que triunfó en todo el mundo desde 1994 hasta 2009. Y su protagonista, Noah Wyle, fue el segundo actor con más minutos en la serie que daría a conocer a George Clooney. Han pasado 15 años entre las dos producciones, pero aún se mantienen algunas constantes, como el cruce permanente de tramas, el humor negro ante situaciones de máxima tensión, o el desarrollo dramático de los personajes a partir de la multiplicidad de conflictos laborales y morales que surgen constantemente en un hospital.
Precisamente en esa actividad frenética que transmite la serie se encuentran sus principales aciertos y carencias. Por un lado, requiere de un espectador con estómago suficiente para observar la minimalista recreación de operaciones de máxima urgencia. Por otro, el ritmo que la serie impone es de máxima intensidad. Los guionistas consiguen ofrecer una gran diversidad de caracteres en médicos y pacientes que hace aun más entretenido el desfile de dificultades, especialmente por la formación de los profesionales primerizos.
La ficción aporta un humanismo de apertura hacia los demás que resulta eficaz en muchos momentos, aunque no acaba de llegar a la profundidad antropológica de otras series recientes como la británica Breathtaking, ni a la brillantez en el diseño de personajes de la inmortal House. Por otro lado, la sensación de artificialidad en bastantes diálogos y situaciones, unida a lo calculadamente estereotipado de algunas decisiones morales del equipo médico, hacen que la serie no transmita los matices, veracidad y trascendencia de las grandes producciones televisivas.
