Darcy es una medium ciega que se dedica a la venta de objetos peculiares mientras intenta descubrir los motivos de la traumática muerte de su joven hermana gemela. A pesar de que este argumento se apoya en demasiados estereotipos del cine de terror, Oddity consigue trazar con elegancia e ingenio una ruta alternativa.
En su segunda película, Damian McCarthy (Caveat) supera las expectativas con una producción de bajo coste y una selección de casting muy acertada. Carolyn Brecken (The Quiet Girl) y Gwylim Lee (Bohemian Rhapsody) componen dos personajes antagónicos que se enfrentan a la muerte desde la apertura y la negación de la trascendencia, respectivamente. La dirección artística está muy cuidada en todos los detalles, y crea un ambiente enrarecido gracias al minimalismo de los objetos y el uso contrastado de luces y sombras.
La película no acaba de solucionar con sutileza todas los puntos de fuga que propone el más que notable arranque de la historia; sin embargo, consigue mantener la atención del espectador en un metraje muy ajustado, gracias a unos giros ingeniosos en momentos clave de la trama.
En un verano en el que han triunfado en crítica y taquilla la estridencia truculenta de la norteamericana Weapons y la australiana Devuélvemela, Oddity ofrece una alternativa bastante oportuna.