Una joven enfermera dedica su tiempo libre a dirigir un grupo de terapia compuesto por una decena de personas que tratan de encarrilar sus complejas vidas. Con un planteamiento que recuerda a Italiano para principiantes, la danesa Lone Scherfig demuestra que, hasta cuando no le sale bien… le sale mejor que al resto.
Porque es cierto que esta película no llega al nivel de An Education o la ya citada Italiano para principiantes. A la película le falta algo –ritmo y unidad a una trama algo episódica–, pero sigue planteando cuestiones interesantes. Y, sobre todo, como le pasa a todo el cine de Scherfig, es difícil no empatizar con unos personajes que muestran tanta vulnerabilidad como humanidad. Es imposible no querer a esa madre joven que se desvive por sacar adelante a sus hijos, a ese camarero golpeado por la vida e incluso al torpe chaval expulsado de un trabajo tras otro por esa torpeza.
El título alude precisamente a esa amabilidad, a esa capacidad de querer y ser queridos, no por nuestros dones o nuestras habilidades, sino simplemente por ser humanos. Esa es nuestra dignidad y nuestra grandeza. Que el lugar donde transcurre la terapia sea el local de una iglesia no es casualidad.