Izumi está preocupado por el rápido deterioro mental de su madre. Ella cada vez recuerda menos, mientras su hijo cada vez recuerda con más intensidad la relación tan profunda que tuvieron cuando era niño.
En su primera película, Genki Kawamura hace un ambicioso recorrido dramático y estético en el que la fotografía y las metáforas visuales son esenciales. Aunque en varias escenas se nota todavía la falta de precisión de las medidas en el ritmo y en el desarrollo de caracteres, este drama intimista es un bellísimo retrato de maternidad y filiación.
El director y guionista desconcierta voluntariamente al espectador para sumergirle en la interioridad de los dos protagonistas. La veterana Mieko Herada, intérprete de algunas de las últimas películas de Akiro Kurosawa como Ran (1986), hace una formidable composición de la madre, que genera una empatía visible con el joven Masaki Suda.
Por A Hundred Flowers, Genki Kawamura ganó el premio a la mejor dirección en el pasado Festival de San Sebastián, unos meses antes de presentar como productor la última película de Koreeda, Monstruo, muy elogiada en su paso por el Festival de Cannes.
