Un ingeniero francés, obispo de Estonia

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Según cuenta Yves Etudes en una entrevista para Le Monde (23-07-2009), Mons. Philippe Jourdan, obispo católico de Estonia, habla correctamente y con soltura el estonio, pero su acento delata su origen francés.

En efecto, Mons. Jourdan nació en Dax (Las Landas) en 1960, donde permaneció hasta que fue a París a cursar el bachillerato y la carrera de ingeniero civil. Su profesión le llevó a aprender ruso, por el interés de las compañías francesas de obras públicas hacia el mercado soviético, que juzgaban un filón muy atractivo y que luego se esfumó. “Estaba convencido de que ya no tendría que utilizar más esta lengua -confiesa-. Me equivocaba”.

Encuentro con el Opus Dei

Por aquella época Jourdan conoció las obras de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. “Su reflexión sobre la integración del trabajo intelectual en la vida espiritual cambió mi visión del mundo”, relata. A los 20 años era miembro de la Obra, y ya con el título de ingeniero trabaja en el servicio técnico de las viviendas de protección oficial de París, y marcha a hacer la carrera militar.

A la vuelta, está decidido a dejar todos sus planes anteriores y a convertirse en sacerdote. “No he escuchado voces ni he visto ninguna luz. Simplemente he ido teniendo, poco a poco, la convicción de que Dios esperaba más de mí”. Recibió la ordenación en 1988.

Estonia

En 1996, el nuncio apostólico en los países bálticos necesitaba un sacerdote que fuese su brazo derecho en la administración apostólica de Tallin, pero no encontraba a nadie que hablase estonio. Entonces supo que Jourdan sabía ruso, lo cual no era menos útil: el 30% de la población de Estonia es rusófona. Todavía estaba reciente, cuando el sacerdote francés llegó a Tallin, la huella de cincuenta años de régimen comunista. Algo de lo que, sin embargo, supo sacar provecho el ecumenismo: “Aquí las diferentes Iglesias cristianas tienen relaciones fraternales -explica Jourdan-, y esto viene sin duda del período soviético, cuando todas sufrían juntas y crearon una verdadera solidaridad”.

Nombrado obispo en 2005, Mons. Jourdan fue consagrado en el templo protestante de S. Olav, cedido apara la ocasión porque la catedral católica resultaba demasiado pequeña para acoger a la multitud de fieles deseosos de asistir. Para la comunidad católica de Estonia, era la segunda vez en quinientos años de historia que podía presenciar una consagración episcopal, tras la del anterior prelado, el jesuita Edouard Profittlich, muerto en un campo de concentración soviético en 1942 (cfr. Aceprensa 21-09-2005).

Mons. Jourdan, puesto al frente de una comunidad de 6.000 católicos (en una población total de 1,3 millones de habitantes), ha querido identificarse por completo con el pueblo estonio. Aprendió el idioma (“es una lengua difícil -explica-: requiere dedicarse a fondo durante no menos de diez años”) y ha solicitado la nacionalidad; el gobierno se la ha concedido “por su contribución al desarrollo de la vida religiosa y del diálogo interreligioso”. Esto le ha supuesto la renuncia a la nacionalidad francesa, pero la misma embajadora de su país de origen le animó a dar el paso. Le dijo que “dejando de ser francés haría mucho más por Francia que tantos otros, pues, según ella, mi gesto daba la imagen de una Francia modesta y abierta, mientras que los estonios suelen verla como una nación arrogante, que quiere tener siempre la razón”.

En Estonia Jourdan ocupa además la vicepresidencia del Consejo Ecuménico, una instancia que reúne todas las Iglesias cristianas del país.

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