Las relaciones del Vaticano con Rusia nunca han sido fáciles. Desde el colapso del comunismo la situación ha mejorado mucho, aunque subsisten los recelos y los temas conflictivos tanto con el gobierno como con la Iglesia ortodoxa. Pero la visita a Moscú en agosto del secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, ha mostrado un nuevo clima de diálogo y cooperación entre Roma y Moscú. Más difícil es saber si será suficiente para resolver los problemas que afrontan los católicos
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