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Messori responde a Küng sobre el futuro de la Iglesia

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Coincidiendo con el 50 aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa, el teólogo Hans Küng publicó en Corriere della Sera (27-X-96) «10 tesis sobre el futuro de la Iglesia y del Papado». El escritor Vittorio Messori le replica con una carta abierta en el mismo diario milanés (30-X-96).

En su artículo, Küng comparaba a la Iglesia con «un buque en peligro de hundirse», porque «ha perdido la ruta y el horizonte de la renovación conciliar» y porque muchos de sus pasajeros «han bajado a tierra». El causante de esta situación sería un capitán que quiere que los que van en el barco se limiten sólo a obedecer y rezar. Küng considera urgente que la Iglesia dé un golpe de timón que se manifieste en una serie de cambios: que se permita el matrimonio a los sacerdotes; que la mujer pueda acceder al sacerdocio; que se admita a los divorciados a la comunión; que se favorezcan los talentos de todos, incluidos los críticos y las personas de otras confesiones.

Vittorio Messori le contesta que «al leer sus artículos -siempre iguales en los últimos quince años, aunque con una agresividad creciente que a veces se transforma en insulto- se tiene la impresión de que quiere atribuirse ese carisma de la infalibilidad que niega a aquel y a aquellos a quienes Cristo prometió la asistencia del Espíritu Santo». Aun reconociendo que en Küng hay pasión, y no tibieza por las cosas de la Iglesia, Messori disiente de la «terapia suicida» que el teólogo propone para el catolicismo.

En su afán de buscar a cualquier precio un puesto para el cristianismo en las categorías «modernas» que le obsesionan, Küng se habría quedado anclado en una actitud anacrónica. El hombre de hoy, dice Messori, está cansado de esa modernidad que Küng le propone (desacralización, racionalismo, democratismo…) y busca a tientas el misterio y lo sacro. «Ese mítico hombre de hoy sobre el que usted especula -y que, si ha existido alguna vez, pertenece a una modernidad ya difunta- huye de los debates, sobre todo si son animados por teólogos ‘ilustrados’, y corre allí donde se dice que hay apariciones (…) Llama a la puerta de los carismáticos, de los gurúes, de sectas, donde encuentra ‘sacro’ y ‘religión’, en lugar de sociología e ideologías».

Küng reprocha a Juan Pablo II «no haber acogido en la Iglesia católica los requerimiemtos de la Reforma y de la modernidad». Messori le responde que no tiene sentido plantear la introducción en la Iglesia católica de reformas promovidas hace cuatro siglos por Lutero, cuando las confesiones protestantes están en declive. A este respecto recuerda haber participado en una conferencia de prensa en la que Hans Küng presentaba un libro donde ya pedía las mismas cosas que hoy. Estaba allí un pastor protestante, que al final preguntó: «Todo lo que usted pide para el catolismo lo tenemos ya los protestantes. ¿Cómo es posible, entonces, que nuestros templos estén mucho más vacíos que las iglesias católicas?». Küng no tuvo nada que responder a esta pregunta, que le hacía bajar del cielo de las teorías pastorales a la escueta realidad de los hechos. «¿Es posible -pregunta Messori- que sus viajes por el mundo no le hayan mostrado que el único protestantismo que hoy parece tener futuro es el protestantismo enloquecido, agresivo, intolerante frente a todo ecumenismo, representado por la miríada de sectas?». Son estos los grupos que atraen a los católicos en el continente latinoamericano porque la gente busca en ellos «lo que no le da cierto clero católico que dice haber optado por los pobres mientras que los pobres no han optado por él».

Respecto a la democratización de la Iglesia, Messori señala que «no es un club donde los socios puedan cambiar a su gusto el reglamento para ‘adecuarlo a los tiempos'». El Papa «no es patrón, sino siervo y administrador de una Escritura y de una Tradición que no son suyas, como no lo son de ningún otro hombre». «Ese Papa ‘polaco’, como usted lo llama, no es una carga sino un don; no un patrón contra el cual hay que rebelarse, sino un padre; no es el presidente de un club, sino el sucesor de Pedro a la guía de una Iglesia que, por la fe, no es sólo ni sobre todo ‘el Vaticano’, sino el mismo Cuerpo de Cristo».

Sin desconocer los fallos de los hombres de Iglesia, Messori declara sentirse a gusto en ella: «Quizá porque no he nacido en la Iglesia, he encontrado en ella un espacio de humanidad, de libertad, de sabiduría, de esperanza, que en vano había buscado en otros sitios. Y, sobre todo, en esa ‘modernidad’ que a usted le obsesiona y que querría imponernos y de la cual los hombres buscan a tientas una vía de salida para no morir de asfixia».

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