Los obispos norteamericanos y la Administración Obama han mantenido duros debates en torno al derecho a la vida, el matrimonio o la libertad religiosa. Pero también ha habido puntos de encuentro con motivo de la reforma migratoria, la lucha contra la desigualdad y la pobreza o la mejora de la sanidad para todos, asuntos en los que los obispos han estado más próximos a los demócratas que a los republicanos.
La promesa de Obama de eliminar ciertas restricciones al aborto durante la campaña presidencial y su historial de votaciones como senador motivaron la primera toma de postura de la Conferencia Episcopal tras su victoria en 2008: colaboración en muchos temas, pero sin concesiones en la defensa de la vida.
¿Se precipitaron los obispos? La respuesta llegó en los diez primeros días de su mandato, cuando Obama levantó el veto a la financiación federal para organizaciones que promueven el aborto en el extranjero. Y menos de dos meses después, suprimió los límites a la financiación federal de las investigaciones con células madre embrionarias.
Obama recurriría luego a la retórica del “terreno común” entre partidarios y adversarios del aborto. Pero pronto se vio que su cordial mensaje no excluía el apoyo a uno de los lados del debate. “Jamás pudimos imaginarnos que un presidente pudiera elogiar el trabajo de Planned Parenthood con tanto orgullo y ante tantos millones de personas”, declaró en 2012 una de sus dirigentes.
La concepción del matrimonio ha sido otro de los grandes debates en que la administración demócrata y los obispos han chocado. Las iniciativas salidas de la Casa Blanca desde febrero de 2011 revelaron el empeño de Obama por legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, un proceso que culminó el pasado junio con la decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. de legalizar las bodas gais en todo el país.
Reafirmar la libertad religiosa
Los obispos pronto se dieron cuenta de que los cambios en la concepción del matrimonio podían abrir la puerta a posibles acciones legales contra las personas y las organizaciones que, alegando motivos de conciencia, se negaban a prestar sus servicios en bodas gais.
La premonición resultó ser cierta. Y, por eso, respaldaron a los congresistas que empezaron a promover iniciativas legales en defensa de la libertad religiosa, como la Marriage and Religious Freedom Act, o a exigir el mantenimiento de las ya existentes, como la Religious Freedom Restoration Act de 1993.
Otra batalla clave en torno a la libertad religiosa ha sido el llamado “mandato anticonceptivo”, la norma del Ministerio de Sanidad que obliga a los empleadores –al principio, también a las instituciones de inspiración religiosa– a financiar a sus empleadas un seguro sanitario con anticonceptivos, píldora del día siguiente y esterilización.
Un sistema migratorio justo y humano
Pero eso no significa que los obispos se opongan en bloque al proyecto de reforma sanitaria, ya que son partidarios de que nadie quede sin atención médica por falta de seguro sanitario. Kathy Salie, directora de Desarrollo Social Nacional de la Conferencia Episcopal, señalaba en 2009: “Estamos de acuerdo en que nadie debería ir a la quiebra simplemente por caer enfermo. Esta es la razón por la cual los obispos han estado trabajando durante décadas para lograr una atención médica digna para todos”.
Otro gran tema de acuerdo con la administración Obama ha sido el empeño por impulsar una reforma integral de las leyes de inmigración, bloqueada por los republicanos del Congreso desde los tiempos de Bush Jr. Aquí los obispos han tenido palabras muy firmes a favor de un sistema migratorio justo y humano, con marchas y prédicas desde el púlpito incluidas.
Obama ha encontrado la mano tendida en otros muchos asuntos que van desde los programas de ayuda a los pobres, la promoción del empleo y del salario mínimo o las medidas para que todos tengan vivienda digna hasta la atención al cambio climático, pasando por los numerosos pronunciamientos contra la pena de muerte y su intercesión a favor de los presos de Guantánamo.