Lo que el Papa Luciani sabía

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Con motivo de los veinte años de la elección y de la muerte de Juan Pablo I, Corriere della Sera (Milán, 16-IX-98) publica una entrevista con su hermano Edoardo Luciani, de 81 años, realizada por Michele Brambilla. Edoardo está convencido de que sor Lucia, la vidente de Fátima, predijo a su hermano que sería Papa y moriría pronto.

Hay quien dice que Albino Luciani sabía cuál era su destino, que sería Papa y que moriría poco después. Quizá se lo reveló sor Lucia, la última de los videntes de Fátima que todavía vive. «En marzo de 1978, cuando era Patriarca de Venecia, fue en peregrinación a Fátima», cuenta su hermano. «A la vuelta vino aquí, a Canale, para dar en la parroquia una meditación sobre la Cuaresma. Como en la casa parroquial no había calefacción y hacía frío, y él estaba enfermo, vino a estar en nuestra casa. (…) Le vi en esta habitación, que es donde él había nacido. Lo encontré solo y meditabundo. Le pregunté qué le pasaba. Me respondió: ¿Sabes que he estado en Fátima? Sí, le dije. ¿Pero sabes que sor Lucia me mandó llamar y quiso hablar conmigo? Esto no lo sabía, respondí. Y continuó: ¿Sabes que sigo pensando en lo que me ha dicho? Inmediatamente después tomó el breviario y se fue a rezar a su habitación.

«Al día siguiente continuaba aún raro, y me volvió a decir que seguía pensando en lo que le había dicho sor Lucia. No me quiso revelar el contenido de esa entrevista de Fátima. Cuando murió, su secretario, que le había acompañado a Fátima, me contó que la entrevista con sor Lucia había durado dos horas, que mi hermano salió desencajado, y que durante todo el viaje de vuelta no dijo ni una palabra. ¿Puedo decirlo? A mi juicio, mi hermano sabía que sería elegido Papa y que moriría poco después».

(…) Vincenza Taffarel, la religiosa enfermera que le acompañó desde los tiempos en que era obispo de Vittorio Veneto, nos ha contado que un día, en el despacho del Pontífice, le dijo: «En esta silla permaneceré poco tiempo, porque pronto habrá en ella un extranjero».

Quién sabe cuántos sonreirán, incrédulos. Pero hay otro hecho misterioso que cualquiera puede verificar, porque es público e incluso ha sido filmado. El 16 de septiembre de 1972, el Papa Pablo VI, que iba al congreso eucarístico de Udine, hizo una parada en Venecia, donde Luciani era el Patriarca. En la plaza llena de fieles, con un gesto sin precedentes, se quitó la estola papal y la puso sobre la espalda del que seis años más tarde le sucedería. «Yo estaba allí, ese día», dice el hermano. «Recuerdo muy bien que Pablo VI, antes de dar la estola a mi hermano, se dio la vuelta hacia la multitud como para indicar: fijaos bien lo que voy a hacer y tratad de entenderlo. Albino se puso rojo como nunca lo había visto, y yo sentí un escalofrío».

(…) ¿Y si lo hubieran matado?, pregunta el periodista. Hay quien ha escrito libros con esta hipótesis, como David Yallop, con aquel En nombre de Dios. «Han inventado una serie de historias policiacas, que no se sostienen. Como aquello del reloj desaparecido. ¿Dónde fue a parar el reloj del Papa?, pregunta Yallop. Mire dónde ha ido a parar», dice Edoardo Luciani, y señala la muñeca de su mujer. Aquí está el reloj que fue antes de Pablo VI y después de Juan Pablo I. En la parte de atrás de la caja está el escudo del papa Montini. Es un Longines de metal, un reloj barato.

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